"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

22 de febrero de 2016

Museu de la Moto, el primero de tres

Este museo es referencia desde hace ya años para los aficionados al motociclismo y al motor en general, junto con el de Barcelona y el de Canillo, en Andorra (http://www.museumoto.com/es).
Llegar hasta él es realmente fácil. Está situado a pie de la carretera L-311 y C-149 que va hasta el Principado, entre las poblaciones de Ponts y Oliana, en el término municipal de Basella. Un parking inmenso nos acoge, con una gasolinera justo al lado, por lo que no tenemos que preocuparnos por el combustible.
El recinto del museo está dividido en 3 partes: un comedor-cafetería inmenso, con sala de juegos, televisión, etc…donde se puede comer perfectamente ya que está gestionado por la cadena Pans&Company.
Justo antes de la taquilla tenemos una pequeña tienda de souvenirs y  merchandising, tanto del propio museo como de varios fabricantes de motocicletas.

Y contiguo a ésta empieza lo que es el motivo principal de la visita. Decir que la entrada general son 7€ y la de jubilados, menores, etc…5€. Son dos plantas a rebosar de motos (unas 180) desde principios de 1900 hasta casi la actualidad. Se accede por la planta superior y después se continúa hacia la planta baja.
En la primera, gozaremos de auténticas obras de orfebrería, más que de mecánica, desde las primeras bicicletas con motor hasta los primeros sidecars, algunos de ellos fabricados en madera o ¡mimbre!


Encontraremos piezas realmente de valor de marcas míticas como Norton, Indian, Harley Davidson y muchas otras desconocidas para el público en general.


Podríamos extendernos tanto como quisiéramos pero en lugares como éste es donde la expresión “una imagen vale más que mil palabras” cobra su máxima lógica. Mejor os dejamos deleitar con algunas de las fotos escogidas para todos los visitantes del blog.

Ya en la segunda planta, encontramos una exposición temática de ciclomotores, un apartado dedicado a motos que han disputado el Dakar y una reproducción de lo que sería un taller de la época, con sus motos a medio reparar, su recambios, su…..polvo, todo muy realista.

Realmente una visita muy recomendable por supuesto para los aficionados al motociclismo pero que el público en general la disfrutará también como un motero más.

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