Un lugar que seguramente pocos visitantes de Zaragoza dedicarán tiempo a descubrir y en cambio uno de los más llamativos y espectaculares al sur de la capital aragonesa. Con sus más de 400.000 m2 es una auténtica gozada pasear tranquilamente por sus calles llenas de fuentes y jardines de inspiración versallesca.
El Parque Grande, como se conoce popularmente, fue construido entre 1913 y 1927 e inaugurado por Primo de Rivera dos años después.
Algunos rincones interesantes del parque son La Casa de Ansó y la de Albarracín, así como el Rincón de Goya, creado en 1927, el cual después de tener múltiples usos, finalmente en los años 90 se convirtió en un centro de educación especial. En él pueden contemplarse obras del famoso Francisco de Goya.
Una zona que destaca por sí sola es el monumento al Rey Alfonso I el Batallador, quien en 1118 reconquistó la ciudad. Para mayor resalte de la estatua, ésta se instaló en el Cabezo de Buenavista.
Un enclave que no se puede dejar de visitar es el Jardín Botánico que el parque alberga en su interior. También llamado de Javier Winthuysen, éste se remonta a 1796 y ofrece la oportunidad de contemplar gran variedad de especies vegetales.
Justo a la entrada de los jardines, a mano derecha, encontramos estos curiosos bancos de piedra y azulejos decorados, realmente curiosos para detenerse un momento a leer los textos que reza cada uno de ellos. ¡Parecen los actuales paneles de publicidad de cualquier gran ciudad!
Casi al final del parque (o al principio según se mire), en la parte más baja de éste, encontramos la Fuente de la Princesa o de Neptuno.
Las vistas desde la parte más baja hacia arriba son simplemente espectaculares, con su entramado de escaleras hasta llegar de nuevo a la estatua del Batallador.
Para recorrer todo el recinto nos podemos montar en un pequeño tren turístico o bien alquilar bicicletas o unos coches a pedales muy curiosos, parecidos a una calesa.
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