"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

30 de junio de 2019

De Broto a Oto pasando por la cascada del Sorrosal

¡¡ES-PEC-TA-CU-LAR!! Es el único adjetivo que se nos ocurre para algo tan precioso y al que, encima, se puede acceder caminando tranquilamente unos 5 minutos desde el pequeño pueblo de Broto, en la provincia de Huesca. Nada de largas caminatas ni de pequeñas escaladas montaña arriba: llegas, aparcas, caminas y te plantas paseando en el paraíso. Así de sencillo.


Como siempre no os explicaremos cómo llegar hasta Broto ya que eso dependerá bastante desde donde salga cada uno. Lo que sí os podemos decir es que tendremos que tomar la carretera dirección Bielsa-Francia y varios kilómetros después del conocido pueblo de Aínsa, llegaremos a destino.
Típica carretera de montaña, con un tramo bien revirado pero la mayor parte de ella con un firme excelente y unas vistas magníficas, especialmente cuando bordeamos el embalse de El Grado.
Llegados a Broto, cruzamos el pueblo y casi a la salida encontramos un fuerte giro a la izquierda que nos lleva a un pequeño descampado donde dejar el coche, junto a un restaurante. En una esquina del solar y paralelo al río veremos ya un cartel que nos indica el sendero hacia la cascada.


Es tan tan corto y sencillo que os recomendamos no tengáis prisa en recorrerlo. Parad a contemplar los rápidos que va formando el agua a su paso, los enormes bloques de roca en el cauce. Incluso podemos bajar a pie de agua en un par de puntos concretos sin ningún peligro.


Y en no más de 5 minutos distinguimos a lo lejos la cortina de agua que forma la Cascada del Sorrosal. Si a distancia ya parece increíble, cuando llegamos a una plataforma metálica dispuesta a modo de mirador, entonces la cosa ya pasa a fuera de serie. Y si cruzamos tres tablones metálicos dispuestos de modo que podemos saltar a la otra orilla y acercarnos hasta una gran roca justo enfrente del salto, eso ya es "otro nivel".


Las salpicaduras del agua llegan perfectamente hasta donde nos encontramos, dejándonos la cara completamente mojada. No importa, seguiríamos allí durante horas aunque terminásemos calados hasta los huesos, viendo caer el agua con toda su bravura.
Nos retiramos un poco y la contemplamos un buen rato más sentados en una roca, mientras veíamos como un grupo de escaladores descendía en rappel por la cascada, previa ascensión por una vía ferrata que empieza justo cruzar el río y por la que se tarda casi dos horas en llegar hasta la cima. Ahí tenéis un vídeo cortito para haceros una idea.


De regreso donde habíamos aparcado el coche, justo unos metros más arriba después de cruzar el puente encontramos un pequeño sendero a mano derecha que nos llevará al cercano núcleo de Oto. Se puede ir también por la carretera pero por lo corto del recorrido tiene más encanto y siempre te puedes encontrar algún "usuario" de los terrenos.
En unos 10 minutos entramos en la población que tiene el típico encanto de pequeño pueblo de montaña pero tampoco le pidáis mucho más.


Como por una vez en la vida nos sobraba algo de tiempo y además nos venía de paso a nuestro regreso, decidimos parar en la renombrada villa de Aínsa, justo después de Broto.
Vale la pena la visita especialmente por su casco antiguo y su castillo del S.XI, situado en un extremo de la hiper-fotografiada Plaza Mayor de dicha localidad, inconfundible por sus innumerables arcos a ambos lados de ésta.


La muralla del castillo, a nuestra derecha tal como entramos, tiene una altura considerable y es transitable en su parte superior aunque no conforma un paseo de ronda si no que una vez lleguemos a su extremo tenemos que retroceder por el mismo camino.
En una esquina del inmenso patio del castillo se puede visitar el Ecomuseo de la Fauna Pirenaica que allí se alberga.

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