"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

30 de abril de 2019

La Rompida de la hora de Calanda

Una de las fiestas tradicionales más llamativas e impactantes de nuestro país. Eso es la Rompida de la Hora, que se celebra cada año en Calanda (Teruel) el día de Viernes Santo a las 12 en punto del mediodía. Más concretamente en la Plaza de España de dicha localidad, cuna además del cineasta Luis Buñuel.


¿Y qué es o qué se hace en esta celebración? Pues ruido, mucho, pero mucho......¡¡MUCHO!!
Para ser más concretos, poco antes del mediodía, se planta justo enfrente de la que fue casa natal de Buñuel el Gran Bombo, que es el que dará inicio a la Rompida al son de la primera campanada y acompañado de cientos y cientos de tambores aporreados sin compasión por los calandinos allí reunidos, ataviados de morado como marca la tradición. El estruendo se convierte casi en insoportable. Y así siguen durante horas.


Por lo que nos explicaron se detiene el ensordecedor ruido durante la celebración de las procesiones o de misas. Este año se reanudó p.ej.a las 23 horas con unos 50 tamborileros elegidos para tocar durante la noche hasta que se puso punto y final a la celebración el Sábado Santo a las 14 horas en punto. Una de las marchas que llama más la atención de los visitantes es La Palillera, donde se mezclan el redoble de los tambores con el repiqueteo de los palos entre sí y un apoteósico final con los bombos donde parece que se vaya a partir la tierra por la mitad.


Como es habitual en muchas localidades y celebraciones, cada año se invita a algún personaje famoso, especialmente del mundo del cine por motivos obvios, para dar el primer golpe al Gran Bombo a las 12. Por allí ha pasado gente de la talla de Carlos Saura o Fernando Trueba. Los de la foto no son ningún famoso eeh!! Ni yo tampoco.


Esta tradición proviene de principios del XII cuando en plena Semana Santa se produjo un ataque de los moros a la población y los primeros que los divisaron fueron los pastores en los prados, los cuales con sus timbales y el eco de las montañas, consiguieron avisar a los vecinos de Calanda, que se pudieron refugiar a tiempo.

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