"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

8 de septiembre de 2017

¿Porqué hay una Giralda en Tarragona?


La mujer de un matrimonio andaluz, residentes en el pueblo de l'Arboç hacía ya muchos años, se estaba deprimiendo de gran manera al echar muchísimo de menos su tierra natal pero los negocios que allí tenían no les permitían abandonarlos sin más y regresar. Así pasaba los años, consumiéndose en el recuerdo de su Andalucía natal y el marido preocupado por lo que pudiera sucederle a su esposa.


Hasta que finalmente pudieron realizar un breve viaje a sus orígenes y ella pareció florecer de nuevo; era completamente otra persona sólo por poder contemplar su Giralda. Su esposo se percibió de ello y de vuelta a l'Arboç, decidió encargar la construcción de una réplica exacta del monumento, a escala 1:2, para que su amada pudiera disfrutarlo todos los días.
Esta historia, tan romántica como falsa, es producto del márketing de la empresa que en su día fue propietaria del edificio y no tiene nada que ver con la realidad.


El primer dueño y residente fue Joan Roquer i Marí, casado con Candelaria Negrevernis, una dama de la alta sociedad barcelonesa. En 1886 ésta heredó una gran fortuna de un tío indiano suyo, mejorando aun más su status social, lo que les llevó a viajar con frecuencia por Andalucía, especialmente para celebrar su primer aniversario de boda. Tanto les fascinó esta tierra y su legado musulmán que, hacia 1898 adquieren un terreno en l'Arboç donde mandan construir su residencia de verano, bajo la dirección y apuntes del propio Roquer y replicando los lugares más emblemáticos del sur de España tales como la citada Giralda, el Patio de los Leones de la Alhambra o el Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla.


Después de pagar los 10€ de entrada y una breve charla en una carpa situada en un lateral de la finca, es justamente el citado patio el que nos recibe tras cruzar los arcos de entrada. A diferencia de la construcción principal, no es una reproducción exacta 100% pero si nos abstraemos un poco, tendremos la sensación de haber viajado a Granada en cuestión de segundos.
Algo que difiere respecto al original es, por ejemplo, que aquí encontramos el primer piso cerrado por unas preciosas vidrieras decoradas y en el andaluz es una planta abierta.


Desde el patio como punto neurálgico, empezamos nuestro deambular por las incontables estancias de la propiedad, salones y más salones, despachos, pasillos..... En cada uno de ellos encontrábamos algo que nos dejaba con la boca abierta como por ejemplo en una de las salas, en las que se habían situado unos inmensos jarrones en cada esquina y en el centro se exponía un minúsculo Corán profusamente decorado y protegido por una caja de madera y terciopelo.


Siguiendo nuestro paseo diríamos casi sin rumbo a pesar del guía que nos acompañaba, pudimos contemplar en uno de los infinitos pasillos un mueble lacado en blanco y oro en el interior del cual se guardaba una curiosa colección de pequeños relojes de sobremesa, todos ellos dorados, pertenecientes a D.Manuel Camino, actual propietario del inmueble. Más adelante, en otra de las salas, se guarda parte de otra colección que también posee, en este caso de conchas marinas, constando expuestas "tan sólo" unas 830.


Estancias a derecha e izquierda nos aguardan, todas con algún elemento que las hacía especiales como este pequeño salón profusamente decorado en ventanales y techo donde encontramos, cuidadosamente dispuesto sobre un pequeño sofá, un magnífico mantón de manila.


Muy cerca de allí, en un pequeño distribuidor, podemos observar el que, según el guía, sea seguramente el mueble más valioso de toda la casa, tanto por su increíble trabajo de marquetería como por sus incrustaciones en bronce por toda su estructura. Desde luego, y sin saberlo, fue el que más nos llamó la atención.


Cruzando el patio accedemos a la sala más espectacular de esta construcción, la que representa el Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla. Ya desde el patio nos llama la atención el arco que lo precede y una maravillosa lámpara de techo enclavada justo después.


Pero es una vez dentro donde uno abre la boca y no la cierra hasta bastante después de irse. La recargadísima decoración de la estancia no hace más que otorgarle un aire más solemne, más noble incluso. Las cuatro inmensas lámparas de forja que cuelgan en sus esquinas y los coloridos rosetones no hacen más que multiplicar esa sensación.


Todo ello mientras no levantamos la vista de las maravillas que teníamos a nuestra altura. Cuando a duras penas nos habíamos recuperado un poco de la primera impresión solo nos esperaba otra sacudida más: una cúpula de estilo bizantino forrada con hasta 30 kgs.de finísimas láminas de papel de oro cubre toda esta joya de la arquitectura.


Al igual que en el resto de la casa, encontramos objetos más que llamativos y ésta no podía ser menos, tratándose en este caso, además, de un record Guiness: al mayor capítulo (el 1º) del Quijote impreso jamás, aunque más que impreso deberíamos decir grabado ya que el autor lo realizó sobre planchas de madera. De ahí que un solo capítulo tenga tan desmesurado grosor; por lo que calculamos a ojo, cerca de un metro. Tan exquisito y laborioso trabajo fue un presente del hermano del propietario a éste.


Cuando conseguimos salir del Salón de Embajadores, un poco contra nuestra voluntad, sinceramente, nos dirigimos a la planta superior, destinada básicamente a habitaciones, algún despacho y pequeñas salitas de reuniones.
A mitad de las escaleras nos llamó la atención un precioso jarrón dedujimos que de porcelana en color blanco hueso con una detalladísima pintura en su parte central. Sencillamente, una obra de arte que muchos desearíamos en nuestras casas.


Una vez arriba ya nada nos sorprendía y al mismo tiempo todo lo contrario. Virtuosos muebles de marquetería para las habitaciones, madera trabajada para sillones de una salita o un escritorio de despacho absolutamente espectacular forman parte del mobiliario de esta Giralda catalana.


Una visita magnífica de hora y media aprox.a una construcción no menos fantástica, aunque después de tantos elogios que habéis leído os extrañará una crítica, pero es especialmente constructiva y así se lo trasladamos al guía. Es simplemente imperdonable que un monumento de tal belleza se deje tan "a mano" de los visitantes que por allí pasamos, es decir, uno se puede sentar en casi todos los sillones, los jarrones no están protegidos ni por un simple cordón y así prácticamente todo el ajuar del lugar, dejando de lado que en muchos momentos el guía seguía adelante con el grupo y nos podíamos quedar completamente solos en una sala con cualquier maravilla a nuestra disposición si fuéramos de esa calaña. El ejemplo más claro fue en la sala del Corán el cual, por su diminuto tamaño y solos que nos quedamos, podía haberlo sustraído sin ningún problema, meterlo en la mochila y "¡a mí que me registren!".
La explicación, por llamarlo de alguna forma, a nuestra observación, fue encogerse de hombros y alegar que no dejaba de ser una propiedad privada, como queriendo decir que cada uno hace en su casa lo que quiere. Una lástima porque con el tiempo y el uso se perderán auténticas joyas. Esperemos que algún estamento meta baza y ayude al propietario en tan costoso mantenimiento.
Y como al principio hablábamos de historias de amor, pues exactamente esa canción os dejamos del grupo OBK.

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