"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

12 de noviembre de 2012

Monestir de Montserrat

Hay tanto que decir de un lugar como el Monasterio de Montserrat, con su famosa Escolanía de niños cantores, de su tren de cremallera y el peculiar macizo montañoso que lo rodea todo, que a veces casi es mejor decir lo justo y disfrutar de las fotografías adjuntas (en la medida de mis habilidades...) El resto es mucho más recomendable, para el que quiera ahondar en conocimientos más profundos, consultarlo directamente en la web de la abadía http://www.abadiamontserrat.net y otras vinculadas a ésta.
 
Llegar al santuario es realmente sencillo, tanto si se viene desde Lleida-Zaragoza como si se viene desde Barcelona, por la autovia A2. Tan solo hay que tomar la salida del mismo nombre del lugar, a la altura de El Bruc y desde allí, enfilaremos una revirada carretera de montaña la cual nos llevará directamente a Montserrat. Ojo a la vuelta ya que si os despistais, quizás no tomeis esta misma ruta y cojais la carretera de la derecha, que baja hasta el municipio de Monistrol, lo cual os alejará de empalmar de nuevo con la autovía.
Tenemos la opción de dejar el coche antes del párking de pago y subir un buen tramo a pie (pero bueno bueno eeh!); como somos un poquito señoritos, ticket y p'adentro! Si lo veis todo lleno no os agobieis; subid hasta el final donde os encontrareis una pequeña rotonda donde dar la vuelta y volvedlo a intentar por el lado contrario. Una vez aparcados, enfilamos la subida hacía la plaza en medio de la bruma, que daba un aspecto aun más singular a la montaña.
 
 
Justo antes de acceder a la plaza de Santa María encontramos el monumento al Abad Oliva, fundador del monasterio.
 
 
La basílica se comenzó a construir en el S.XVI y posteriormente a la guerra de la Independencia, fue reconstruida casi en su totalidad en 1811.
 
 
La fachada inicial se realizó en 1901 por Francisco de Paula con relieves de los hermanos Vallmitjana. Pasada la Guerra Civil se construyó una nueva fachada, obra ésta de Folguera y decorada por Joan Rebull.
 
 
La única nave de la iglesia mide unos 68 metros de largo por casi 22 de ancho, todo ello con una altura de más de 33 metros. En la cabecera de ésta se encuentra situado el altar mayor, decorado con esmaltes de Mainar.
 
 
Al camarín de la Virgen se accede atravesando un portal de alabastro llamado la Puerta Angélica, en la que los mosaicos de las paredes representan las Santas Madres (izqda.) y las Santa Vírgenes (dcha.).
 
 
Una vez adorada la Moreneta, talla románica del S.XII en madera de álamo y que en su mano derecha sostiene una esfera como símbolo del universo, salimos por el Camino del Ave María, donde lo habitual es realizar ofrendas y donativos en forma de cirios y pedir algo por alguien.
 

 
Aunque hayamos salido por el lateral de la basílica, vale la pena volver al interior para deleitarse con el órgano no, los órganos que ésta posee: el antiguo y el nuevo. El primero data de 1896 y en 1957, ya muy deteriorado, se trasladó al presbiterio.
 
 
Maravillosas las tallas que decoran la parte inferior del púlpito. Lástima que por la altura a la que estaban no se puedan apreciar mejor.
 
 
El nuevo, impresionante sólo de verlo, situado a un costado de la nave, fue inaugurado en 2010. Para que os hagáis una ligera idea de su magnitud, posee 4230 tubos y pesa unas 12 toneladas.
 

Y de nuevo en el exterior, pudimos comprobar como la bruma ya se había casi levantado en su totalidad y dejaba entrever la singularidad del macizo de Montserrat. Si el tiempo acompaña, hay una zona de mesas y bancos en la que se puede comer al aire libre gozando de unas vistas privilegiadas.
 

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