Desde hace un par o tres de años se ha instaurado en las principales ciudades una nueva forma de ocio, no nos engañemos, bastante enfocada a un público adulto o cuanto menos a partir de unas edades mínimas que consideramos, opinión personal, sobre los 12/13 años.
Estamos hablando de las "escape-room", mezcla perfecta de ingenio y adrenalina con la gestión de recursos en equipo.
Para los que a estas alturas aun no sepan de lo que estamos hablando, os contamos:
una "escape-room" es, básicamente, una habitación (máximo dos, contiguas) donde nos encierran a cal y canto durante 60 minutos y en la cual tendremos que descubrir toda una serie interminable de objetos y llaves, descifrar acertijos y encontrar resortes secretos para, si sabemos mirar en lugar de ver, conseguir salir de ella.
Dicho así parece más simple de lo que es. ¡¡Error!! Entramos confiados desde el "mundo exterior" en donde no vemos más allá de lo obvio y en este tipo de salas no todo es lo que parece y lo que parece dista bastante de verse a simple a vista.
Si a ello le unimos la necesidad imperiosa de trabajar en equipo y una dichosa pantallita que nos va marcando el tiempo que nos queda para "morir" en la habitación, pues la cosa ya nos parece un pelín más complicada.
Eso sí, todo lo que esta experiencia tiene de compleja lo tiene de divertida y adictiva. Ver que se acaba el tiempo y te encallas en encontrar la combinación de un candado un minuto tras otro te pone de los nervios y si finalmente no consigues tu objetivo, estás saliendo del local ya pensando en volver a entrar porque aun tenemos frescas en nuestra mente muchas de las claves que acabamos de descubrir.
Hay muchísimas salas de este tipo en nuestro tipo, unas con tramas más complejas que otras pero seguro que todas igual de divertidas. No importa si están ambientadas en una prisión, en una habitación lúgubre o en el Far West; cada historia nos divertirá y dejará con ganas de más sin ninguna duda.
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