¡¡Pues por La Rioja que nos perdimos!! Más concretamente algunos días por su capital, Logroño. Aunque la verdad, caímos un poco en el pesimismo cuando fuimos a asesorarnos un poco más de nuestro planning inicial en la Oficina de Turismo, cosa recomendable vayamos donde vayamos.
Allí nos informaron muy correctamente pero la coletilla final "nos mató" un poco: lo tenéis todo aquí muy cerca, nada, en un día lo veis tranquilamente :(
¿Y qué haremos el resto de días? fue la pregunta que nos asaltó al instante. Pero que nadie se preocupe; seguramente, a toque de pito, se pueda visitar lo más importante de Logroño en un día pero tampoco es la opción más recomendable, por muy focalizado que esté todo en el casco antiguo de la ciudad.
Ante tal panorama, optamos por redistribuir las visitas con mucha más calma y holgura en los tempos y así poder disfrutar del Logroño del día a día, huyendo en la medida de lo posible del turisteo.
Os alojéis donde os alojéis, que no os preocupe estar lejos del centro ya que hay habilitadas grandes superficies de aparcamiento GRATUITO donde podremos dejar el coche sin ningún problema justo al lado de donde nos moveremos con más frecuencia.
Podríamos decir que la arteria principal del casco antiguo es la c/ Portales, que nace justamente en la oficina de Turismo que habíamos visitado.
A pocos metros de allí podemos contemplar los restos de la muralla medieval que protegió la ciudad siglos atrás y visitar el Cubo del Revellín, que en contra de su propio nombre, es una fortificación semicircular encastada en el muro y que sirvió como defensa ante los ataques enemigos. Construido entre 1522 y 1524 en tres niveles, el superior descubierto y adyacente a la Casa de Artillería, un almacén de municiones y diverso equipamiento militar.
Descendiendo por la antes citada c/ Portales podremos ver en una calle lateral, muy cerca de donde nos encontramos, el Parlamento de la Rioja, un señorial edificio construido sobre un antiguo convento del S.XVI, lógicamente cerrado al tratarse de fin de semana.
Nos apresuramos un poco para llegar antes que cerrase al famoso Mercado de Abastos o de San Blas, un poco más abajo y pasear entre los puestos. Una lástima que muchos estén ya cerrados y se estén perdiendo este tipo de negocios en pos de las grandes superficies.
El local, inaugurado en diciembre de 1930, se llama así porque se erigió encima de la antigua iglesia del mismo nombre y abarcando cuatro calles. Ambas fachadas son casi idénticas, sólo que en una de ellas no se construyeron los pequeños torreones.
Salimos de nuevo al exterior y retomamos la arteria principal hacia nuestra derecha en dirección a la Concatedral de Santa Mª de la Redonda, que ocupa nuestra portada.
Construida en el S.XV, mezcla de estilos gótico y barroco, se le dio en llamar de la Redonda porque muy probablemente en su primera construcción, aun de estilo románico, tuviese una planta octogonal.
En los siglos siguientes sufrió grandes cambios y reparaciones que le confirieron su actual aspecto.
En su fachada podemos contemplar las famosas "gemelas" que es como se conoce popularmente a las dos torres de la iglesia. En el centro de éstas se presenta un magnífico retablo, protegido del público con una reja, la cual se abre en contadas ocasiones.
Ya en su interior, y coincidiendo con una boda, pudimos deleitarnos un poco, sin inmiscuirnos en la ceremonia, del magnífico retablo mayor, obra de Francisco de la Cueva y de estilo barroco.
En el S.XVIII las bóvedas se completaron con toda suerte de frescos marianos.
Pasando por detrás del altar mayor encontramos un pequeño óleo, protegido por gruesas puertas metálicas y un cristal de seguridad, atribuido al pintor Buonarroti, que representa el Calvario de Cristo con las figuras de la Virgen, San Juan y Mª Magdalena.
Justo en el lado contrario de la nave encontramos un oratorio más recogido, con un pequeño altar, una preciosa puerta enfrente en blancos, marfil y dorados y coronado por las pinturas de su pequeña cúpula.
Saliendo de allí y tirando de plano, nos vamos a visitar la iglesia de Santa Mª del Palacio (S.XII y XIII), conocida popularmente entre los de la ciudad como "la aguja", por motivos obvios de una de sus torres. Es realmente curioso de ver una torre de base cuadrada, la que hace las veces de campanario y la otra totalmente puntiaguda, una al lado de la otra.
No dejamos la parte clerical de nuestro periplo por Logroño y llegamos a la iglesia de Santiago el Real, situada en una pequeña plaza donde también se encuentra un albergue para los peregrinos que realizan el Camino y una fuente dedicada a éstos.
El retablo de su interior, de cuatro pisos y rematado en arco, permaneció en madera hasta 1740, año en que, gracias al Arzobispado de Burgos, se doró en su totalidad, sufragando éste los gastos.
Como curiosidad contaros que en 2001 se bajó al Cristo situado en la parte superior del retablo para reubicarlo en una de las capillas de la iglesia, imagen la cual es la única que hemos visto que presenta dos llagas en su costado.
Y aprovechando que quedaba a pie de calle, de vuelta al coche por Portales, no pudimos más que detenernos ante el último vestigio de la antigua Tabacalera, su chimenea. Dicha empresa estuvo en activo desde 1890 hasta 1978, empleando a más de 500 mujeres en su época de máximo apogeo.
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