"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

16 de mayo de 2018

¡¡Aragón tiene mar!!

¡Hombre, tampoco nos pasemos! Pero hay que reconocer que si viniera alguien de fuera y le dijéramos que en la zona de Mequinenza y Caspe puede disfrutar de mar, se le podría engañar relativamente fácil.


Esta fue la escapada de interior que realizamos hará unos días y en verdad que nos sorprendió a nosotros mismos la inacabable extensión de agua que encontramos en esa zona del embalse de Mequinenza. Como nos dirigíamos a Zaragoza desde Lleida, solo tuvimos que desviarnos un poco después de Fraga en dirección a la citada población, tan conocida por su presa y un embalse en el que se desarrollan todo tipo de actividades acuáticas: pesca, paseos en barca, etc...


Muy cerca de la propia población encontramos el Castillo de Mequinenza, en lo alto de un cerro que domina la confluencia de los ríos Segre, Cinca y Ebro. Lo que parecía ser una altura relativa se convierte en una subida importante por una estrecha carretera asfaltada, a pesar que se sitúa a tan sólo 185 m.de altura.


Se trata de un castillo eminentemente construido para uso militar entre los siglos XIV y XV, de estilo gótico, aunque la parte exterior denota su uso militar hasta mucho más adelante.
Pasó por diversos dueños, como los Duques de Medinaceli, cayó en poder de las tropas francesas en 1810 hasta que al finalizar la G.Civil quedó sin destacamento y abandonado a su suerte.
En la actualidad pertenece a la Fundación Endesa y sólo se puede visitar los martes laborables previa visita concertada llamando al ayuntamiento de la localidad (mínimo 10 plazas).


Como era sábado pues nos tocó contemplar solamente los exteriores de la fortaleza y volver al coche para seguir el camino hacia nuestra siguiente parada, Caspe, la cual posee un patrimonio histórico bastante más importante de lo que en principio uno pueda suponer. Pinturas rupestres en el yacimiento de Plano del Pulido o edificios destacados como la Casa Palacio Piazuelo Barberán o el propio Ayuntamiento, situados justo uno al lado del otro en la Plaza de España.


Ya en relación a su patrimonio religioso y monumental, Caspe tampoco se queda atrás. Callejeando por el casco antiguo llegaremos sin problemas, siguiendo las indicaciones, a la Colegiata de Santa María la Mayor, auténtica construcción gótica de tres naves, la central más ancha y alta.
En su interior encontramos la Vera Cruz de Caspe, una importante reliquia para los cristianos ya que se dice que es uno de los mayores fragmentos de la cruz en que murío Jesucristo.
Además, en el resto de la población, encontraremos varias ermitas como la de Santa Quiteria, Santa Magdalena, la de Balma o la de San Indalecio.


Pero la más destacable es sin duda la de Santa María de Horta, en lo alto de una loma en las afueras de la población. Construida en el S.XIII en estilo románico y forma de cerradura, con su planta alargada y un ábside semicircular.


Y justo delante de ella encontramos la espléndida Torre de Salamanca, que debe su nombre al general de la tercera y última Guerra Carlista que la ordenó construir sobre 1874, siendo por ello curiosamente el castillo más moderno de toda la región.



En su interior podemos visitar el Museo de Heráldica, habilitado como tal en 1998, el cual alberga una recopilación de todos los símbolos propios de la Corona de Aragón y antiguos libros.
Merece la pena abandonar por unos kilómetros las tan acostumbradas autovías para realizar escapadas como éstas.

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