"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

10 de noviembre de 2017

La fageda d'en Jordà ¿hogar de duendes?


Muchos lugares hemos visitado; monumentales algunos, curiosos otros, pero pocos, por no decir ninguno, tan sumamente mágico como la Fageda d'en Jordà. Mucho habíamos oído hablar  de este lugar, de su belleza y encanto, aunque nunca imaginamos que nos llegaría a cautivar como lo hizo.
Dicho hayedo, además, se levanta sobre un terreno bastante llano procedente de la colada de lava del cercano volcán Croscat, lo que, unido a su altura (550-650 m.) lo hace aun más especial.


En esta escapada tiramos de nuevo de Airbnb para alojarnos en unos pequeños apartamentos situados a menos de 1 km.del acceso a la Fageda: un auténtico lujo ya que si hubiéramos querido, nos podíamos ahorrar el parking (4€) perfectamente. Aun así tuvimos la suerte de parar a preguntar en el camping que hay justo unos metros antes, no fuera que los tickets para los carros se sacaran allí. Nos indicaron que era un poco más arriba pero que si queríamos dejar el coche allí no hacía falta pagar nada. Así que si alguno de vosotros visita la Fageda, recordad: coche en el camping y caminando hasta la entrada. Allí podemos optar por hacer el recorrido a pie por nuestra cuenta o subirnos a alguno de los carromatos que lo realizan de forma guiada (9€). Ya que era la primera vez optamos por los carros y fue realmente divertido.


Más lenta o más rápida a veces, la comitiva se fue adentrando en el bosque, el cual se iba haciendo cada vez más denso y cerrado. Había puntos en que el sol desaparecía casi completamente a nuestra vista y daba al paisaje un aire sombrío y misterioso. Empezamos a imaginar que desde cualquier tronco de árbol asomaría la cabeza algún duende o veríamos un hada posada en alguna de sus inmensas ramas.


No debemos olvidar en ningún momento que el suelo que pisamos está compuesto esencialmente por roca volcánica a base de greda lo que, unido a un clima generoso en lluvias y bastante fresco, es propicio para el perfecto crecimiento de las hayas. Si a ello le unimos una visita en otoño, a pesar del desastroso cambio climático en el que estamos inmersos, a poco que detengamos nuestro ritmo vital podremos "oir" como caen las hojas de estos árboles.


El recorrido con los carromatos se detuvo por unos momentos en una zona si cabe aun más bella que las vistas hasta entonces. Bajamos y pudimos dedicarnos por libre a observar el entorno, con restos volcánicos sobresaliendo del subsuelo cubiertos casi completamente por el musgo más fresco y verde que habíamos visto nunca. Ni a tocarlo nos atrevíamos por tan precioso espectáculo que nos brindaba.


Ya de nuevo en el punto de retorno y dando las gracias al personal allí destacado por su excepcional simpatía y amabilidad, aun dedicamos un buen rato a pasear por el bosque que circunda el hayedo.
Como decíamos antes, pudimos "escuchar" el bosque sin ninguna prisa, molestando, o eso nos parecía, a los árboles que allí han encontrado un lugar perfecto para crecer y envejecer, algunos incluso en simbiosis con otros. Hiedras y musgo enredándose por los troncos de sus amigos.


Volvemos al apartamento para comer y descansar un ratito y por la tarde, con mucha calma, aprovechamos para visitar el cercano pueblo de Santa Pau, una auténtica preciosidad detenida en tiempos casi medievales.


Callejeando sin rumbo, aunque también sin pérdida, llegamos al portal de la Vila Nova que da acceso a la Plaza Mayor o Firal dels Bous, de forma totalmente irregular y porticada, lo que le confiere una gran personalidad.


Poco después llegamos a la iglesia de Santa María, de estilo románico, a la que accedimos a su interior para contemplar el retablo dedicado a la patrona del pueblo, una pieza neogótica que data sobre 1950 aprox. Se cree que sustituyó a un antiguo retablo barroco devastado por las llamas en los primeros combates de la Guerra Civil.


De nuevo en el exterior llegamos a una pequeña calleja que en su parte final, tallada en la propia roca, presenta un estrecho pasaje el cual desemboca en una especie de mirador a la sierra, con unas vistas realmente excepcionales.


Toda la zona de la Garrotxa es altamente recomendable para una escapada ni que sea solo de fin de semana. Estamos seguros que ninguno se arrepentirá del viaje y de las experiencias que allí podréis vivir. ¡Animaros!

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