¡Nos vamos de calçotada!

Los calçots son un producto típicamente catalán, los cuales se consumen en la fiesta denominada calçotada, considerada en origen de la población de Valls (Tarragona), aunque con el paso de los años se ha ido extendiendo al resto de Catalunya.

Es un plato que habitualmente se consume entre principios de año y primavera. Se trata de una especie de cebolletas cultivadas expreso para ser cocinados y comidos como se hace, es decir, asados en una parrilla directamente sobre el fuego. Una vez en su punto justo de cocción, se retiran del fuego y envueltos en papel de periódico se llevan a la mesa.

En restaurantes o zonas menos típicas se sirven encima de tejas; un toque menos basto dentro de lo que cabe. O más, según como se mire.

La segunda parte, el "cómo se comen", es lo que otorga originalidad a esta fiesta ya que, al quedar el interior tierno pero la parte exterior carbonizada, se coge el calçot por su parte superior con una mano y con la otra se desliza hacia abajo la piel, quedando a la vista la parte blanca de la cebolleta.

Una vez pelado el calçot, se unta en una salsa similar al romesco, conocido en zonas concretas como "salvitxada".

Como desde quitar la capa externa hasta untarlos en la salsa y de ahí directos a la boca, de arriba hacia dentro, es literalmente imposible no mancharse, es tradición comer con un babero de papel atado al cuello y que llega como mínimo hasta la cintura.

Por si ésto fuera poco, después de atiborrarse uno de X calçots (mi récord está en 47), los que se encargan de la cocción aprovechan las grandes brasas que han quedado para seguir la jornada asando carne, alcachofas, etc...

Una fiesta muy light (nótese la ironía) como podéis comprobar pero que no podemos obviar año tras año ya que es la excusa perfecta para reunirse toda la familia o el grupo de amigos. ¿Y quien renuncia a algo así si además le añades una buena comida? Pues eso.
Y os dejamos con una canción curiosamente dedicada a las calçotadas.