El esplendoroso castillo románico de Loarre, construido en el S.XI por el rey Sancho III, se alza sobre una loma de la sierra del mismo nombre y desde él se domina toda la Hoya de Huesca, una vasta llanura agrícola que yace a sus pies.
A medida que nos acercamos
a él, y aunque parezca increíble, no acertamos a distinguir tan inmensa mole en
medio de las rocas ya que queda perfectamente disimulado en el macizo de
caliza. Tal es su esplendor que llamó la atención de un director de renombre
como Ridley Scott, el cual rodó en él en 2005 el film “El reino de los cielos”,
con actores de la talla de Orlando Bloom, Leam Neeson o Jeremy Irons.
Llegados a nuestro
destino, tenemos espacio de sobra para aparcar y a pocos metros encontramos el
edificio que oficia las veces de restaurante, tienda de souvenirs, taquilla y
sala de audiovisuales. Una vez compradas
las entradas (recomendable con guía), pasamos a ver un vídeo que explica la
historia y detalles del castillo. Al finalizar éste, nos dirigimos en grupo
hasta la puerta que cruza la muralla y de allí, después de una breve
explicación, ascendemos hasta la considerada entrada principal al castillo,
curiosamente desde un lateral para así, al dejar tan poco espacio, dificultar
al máximo los posibles ataques del exterior.
Cruzando la puerta
encontramos la escalera que asciende al resto de estancias. Hacia la mitad de
ésta encontramos, a mano izquierda, lo que fue el cuerpo de guardia,
actualmente cerrado y a mano derecha la cripta de Santa Quiteria, a la que sí
tenemos acceso. Esta se comunicaba por
unas escaleras interiores con la iglesia de San Pedro, situada justo encima.
Ascendemos por estrechos
pasillos, casi pasadizos, hasta que llegamos a las antiguas dependencias del
castillo, ahora al aire libre, donde apreciamos “lujos” tales para la época
como unas lumbres con sus correspondientes chimeneas, tanto para los soldados
y/o monjes (según la época) como para el señor del castillo o bien otros como
una letrina y un lavamanos, auténticas exclusividades por aquel entonces.
De
regreso hacia la salida, volvemos a detenernos en la iglesia, esta vez ya sin
guía y podemos detenernos con más tranquilidad en las explicaciones recibidas a
la ida.
Nos fijamos especialmente en su ábside semicircular y en los capiteles de las
columnas adosadas a éste, rematados con figuras bíblicas y mitológicas.
Llama especialmente la
atención la figura de una sirena en uno de dichos capiteles, muy poco habitual en un entorno tan duro y
“masculino” como era un castillo/fortaleza.
En el centro del ábside encontramos
una reproducción de la Virgen del Castillo.
En el cuerpo principal de
la nave, directamente en el suelo, vemos dos puertas de madera que son las que
daban acceso directo a la cripta que comentamos antes.
Destacar que la misma entrada al castillo nos da el pase también a la iglesia de San Esteban del pueblo de Loarre. Esta se construyó en el S.XVIII sobre una anterior del S.XVI.
Os recomendamos encarecidamente que no obviéis esta visita ya que merece mucho la pena y total, nos viene de paso.
Cuando llegamos a ella, en la cara sur encontramos la puerta de entrada de estilo barroco, realmente detallada en su policromía y digna de observar con detalle.
En una de las capillas laterales, justo la que queda bajo la torre del campanario, al que se puede subir a través de una estrechísima escalera de caracol, encontramos las reliquias del patrón, conservadas en una arqueta del S.XI, de madera y con incrustaciones superpuestas de plata.
La iglesia, compuesta por una única nave, está rematada por una cubierta de bóveda de cañón, con ventanales de alabastro en su parte superior, como es muy habitual en la zona de Aragón.
Una imagen del retablo del Altar Mayor
En la parte derecha de la nave encontramos, en una de las capillas laterales, un magnífico retablo dedicado a San Demetrio. Es realmente tan o más espectacular que el retablo principal.
Cuando esteis contemplándolo, no os vayáis sin alzar la vista. Os sorprenderá la bóveda que cubre la capilla. Simplemente espectacular. Y según como incide la luz exterior en el alabastro de los vitrales, varía completamente la percepción de ésta y su decoración.
Esperamos que os animéis a escaparos a Loarre y revivir así los tiempos de la Edad Media.
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