En todo viaje hay que intentar optimizar el tiempo lo máximo posible, sin caer en la ley marcial como ya dijimos en una entrada anterior, pero que nos cunda la salida tanto como sea factible.
Obviamente, ésto cobra aun más sentido cuanto más lejano sea el destino ya que no es imposible que volvamos algún día pero no será una de nuestras preferencias a buen seguro.
Aprovechando un festivo y su puente correspondiente nos escapamos al sur de Francia, más concretamente a la región del Languédoc, una zona de pre-Pyrenées realmente bonita y con multitud de lugares que visitar.
Nos alojamos en Amélie ya que en dicha población se encuentran unos baños termales y balnearios de gran renombre en Francia y muy, pero que muy concurridos, especialmente por la tercera edad. Lógicamente se encuentran situados a orillas no de un río, si no de dos, el Tech y el Mondony, los cuales aportan sus aguas a dichas instalaciones.


Además, es un pueblo con mucho movimiento y un sinfín de actividades a realizar, como exposiciones temporales, o simplemente pasear por el concurrido centro, repleto de bares e incluso un cine-casino, anunciado a lo grande (nunca mejor dicho) en una fachada cercana con un grafitti.



Aprovechando el paseo por el pueblo podemos visitar también la iglesia de Saint Quentin, de estilo medieval, la cual se empezó a construir en el año 1868.
Al día siguiente nos dirigimos a la cercana y preciosa Arles donde pudimos visitar edificios tan llamativos como la Office de Tourisme, la cual vale la pena visitar, además del motivo obvio, por el simple hecho de sentarse tranquilamente en un banco de la plazoleta que se ubica, rodeados de árboles y disfrutando de tan peculiar construcción.

De allí visitamos la Abadía de Sainte Marie, levantada inicialmente según parece sobre unos antiguos baños romanos hasta que a principios del S.X se trasladó a su ubicación actual.
Nota curiosa es que dicha iglesia está orientada hacia Poniente, algo muy poco frecuente en el románico y debido seguramente a conservar una antigua estructura en las obras que se llevaron a cabo en el S.XI.

Y de regreso al coche aun tuvimos tiempo para entrar en el Parc de la Mairie, muy bonito y cuidado, con unas secuoyas inmensas e inabarcables que lo bordean. Si estáis allí, vale la pena entrar pero tampoco es para ir aposta.



Aprovechando el paseo por el pueblo podemos visitar también la iglesia de Saint Quentin, de estilo medieval, la cual se empezó a construir en el año 1868.
Al día siguiente nos dirigimos a la cercana y preciosa Arles donde pudimos visitar edificios tan llamativos como la Office de Tourisme, la cual vale la pena visitar, además del motivo obvio, por el simple hecho de sentarse tranquilamente en un banco de la plazoleta que se ubica, rodeados de árboles y disfrutando de tan peculiar construcción.

De allí visitamos la Abadía de Sainte Marie, levantada inicialmente según parece sobre unos antiguos baños romanos hasta que a principios del S.X se trasladó a su ubicación actual.
Nota curiosa es que dicha iglesia está orientada hacia Poniente, algo muy poco frecuente en el románico y debido seguramente a conservar una antigua estructura en las obras que se llevaron a cabo en el S.XI.

Y de regreso al coche aun tuvimos tiempo para entrar en el Parc de la Mairie, muy bonito y cuidado, con unas secuoyas inmensas e inabarcables que lo bordean. Si estáis allí, vale la pena entrar pero tampoco es para ir aposta.
Saliendo de Ceret hacia S.Jean-Pla de Corts encontramos un desvío a la izquierda que nos lleva por una larguísima recta asfaltada hasta la verja (cerrada) que da entrada al castillo.
Éste fue un encargo del industrial Pierre Bardou-Job al arquitecto Dorph-Petersen, ya que deseaba ofrecer sendos castillos a sus tres hijos, el que nos ocupa para Justin. Por desgracia, el padre nunca llegó a verlo ya que las obras se iniciaron en 1893 y él murió de forma repentina un año antes.

La villa se ubica en una finca de unas cinco hectáreas, ocupando el castillo ya unos 2500 m2. Inmensos invernaderos y jardines de tipo inglés lo rodean, además de otras estancias como una capilla, casas anexas para el servicio, etc.....
Aparcamos en una zona más abierta que resultaron ser las instalaciones de unas bodegas. Dimos una vuelta por la zona sin molestar demasiado y de nuevo a bordo para poner rumbo a España.
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