"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

14 de febrero de 2018

Castell del Remei, bodegas e historia



Rodeados de viñas, nos acercamos a visitar la finca del Castell del Remei, en la provincia de Lleida, a unos 40 kms.de la capital. Llamamos "finca" a lo que antaño fue un auténtico complejo agrícola, centro económico y social de esta zona de la comarca de la Noguera y uno de los mayores latifundios de Catalunya. Llegó a tener en funcionamiento en diferentes épocas, además del castillo, el santuario, un molino, una harinera, bodegas y destilería, talleres, etc... Sólo deciros que, incluso en la actualidad, sin ser una población como tal, tiene código postal propio. Pero remontémonos un poco en la historia.



Las tierras están situadas en el antigua término de Torreneral, nombre el cual procede de la época del conde Ermengol IV cuando, sobre el año 1079, éste divide dichos terrenos en dos; una mitad llamada "quadra de Cortessa" y antigua denominación de la finca y otra mitad llamada "Torre d'Airalli", un caballero occitano compañero del conde. Airalli derivó en Torre de n'Eral hasta Torreneral.
Ya en 1853 la finca fue comprada, después de diversos avatares, por D.Ignacio Girona i Targa, el cual sabía de la existencia de un proyecto, ya desde el S.XIV, para traer agua de regadío del río Segre a las áridas tierras de esa zona a través del futuro Canal d'Urgell, el cual se construyó a través de la sociedad Girona Hermanos y que fue inaugurado finalmente el 29 de Septiembre de 1860.



Pasaron los años y las generaciones en la familia Girona, siendo del nieto del fundador la idea de explotar sus tierras para la producción de vinos de calidad, cultivando cepas nobles que pudieran competir con los Burdeos. Por ese mismo motivo, se fue abandonando la elaboración de brandy, mistelas, licor de camomila y vinagres producidos hasta entonces, todos ellos de alta calidad.
No olvidemos que Castell del Remei fue una de las primeras bodegas de Catalunya en comercializar vino embotellado con su propia marca. La primera referencia a ellas se remonta a 1780 (nombre comercial de uno de los mejores vinos del catálogo actual de su D.O.Costers del Segre), aunque lógicamente no con su apariencia actual, en que constan de seis naves adosadas y semienterradas que ocupan 5500m2.


La tercera generación falleció en 1950 pasando la propiedad a los sobrinos de éste, momento a partir del cual entró en un periodo de clara decadencia. Se cerraron prácticamente todas las dependencias hasta llegar a nuestros días en que, en 1982, el complejo es adquirido por la familia Cusiné de Mollerussa, revitalizando y modernizando la bodega hasta conseguir unos estándares de calidad realmente elevados.


En la actualidad podemos disfrutar de unas cinco zonas bien diferenciadas unas de otras, como son: el castillo, con sus cuatro actuales torres, la ermita, un restaurante de gran renombre en la provincia y alrededores, las bodegas y todas sus instalaciones y por último, la zona de los estanques y los aviarios.
Por lo que atañe al castillo, al ser de propiedad privada, se tiene que concertar visita para acceder a él pero deciros que en 1936 fue totalmente desvalijado y que las tropas franquistas instalaron un polvorín, el cual estalló destruyendo buena parte de la construcción. Me cabe el honor de decir que mi abuelo paterno fue el constructor de las torres que aun hoy se alzan en sus esquinas.
La ermita fue construida tras la muerte del último Girona y es obra de Antón Fisas.


En su interior encontramos pinturas de Josep Obiols. El motivo de dedicar esta pequeña ermita a la Verge del Remei se debe a que, durante la Guerra de la Independencia, el fundador de la saga Girona, perseguido por las tropas francesas, se ocultó en la capilla dedicada a la misma virgen que encontramos en Tàrrega (Lleida). Al no ser descubierto, creyó que lo había protegido la santa y consagró la nueva ermita a la misma.


Pero volviendo al presente, podemos disfrutar de un gran cercado donde campan a sus anchas preciosos gallos y varias gallinas así como gran cantidad de pavos reales, los cuales es más frecuente verlos pasear libremente por la finca que no encerrados.



Desde allí nos dirigimos a la zona del embarcadero, en el estanque más grande de los dos que hay, uno al lado del otro, momento en el cual sufrimos una "espantá" de ocas que, con sus bufidos nos pusieron un poco en alerta. Parecían dos equipos que iban a jugar un partido de la máxima rivalidad, unas de blanco y las otras de gris. Una escena realmente singular.


Justo enfrente, en el lago pequeño, con un puente en una de sus riberas, nadan gran cantidad de patos, los cuales estamos seguros que en un momento u otro, acaban en alguna escaramuza bien con las ocas, bien con los gallos.


Nos quedaría por último la zona del restaurante, donde la brasa es la reina pero en el cual se pueden degustar platos mucho más elaborados o celebrar las conocidas "calçotadas". Sea como sea, es altamente recomendable.
Y no podemos olvidar el epicentro de todo: las bodegas. Se pueden visitar preferiblemente en grupos y siempre con visita concertada, entrando por la parte de la vinoteca, donde tenemos todo el stock de vinos y cavas de las tres D.O.pertenecientes a estas cavas.
Justo por detrás de la tienda encontramos una gran sala de exposiciones temporales la cual nos conduce a las bodegas propiamente dichas. En este sala destaca especialmente un pedestal romano de forma cúbica y color amarillento con una inscripción en latín que reza "A Atila Lucilla, hija de Spurio, Marco Antonio Nachus a su esposa", en recuerdo de la que dicen fue la primera propietaria del castillo.

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