Construida entre 1065 y 1081 como palacio de recreo por el rey Abu Ya'far Ahmad ibn Sulayman al-Muqtadir Billah (Abu "el Maño" para los amigos.....), lo que ahora conocemos como La Aljafería se denominaba por aquel entonces Palacio de la Alegría y la sala del trono, Salón Dorado, no sin motivo ya que se construyó de forma estudiada para que los rayos del sol entraran el mayor tiempo posible en ella. Esto, unido a los ropajes siempre brillantes y dorados del monarca y la decoración también en el mismo color de las paredes, hacía que los visitantes quedaran impresionados ante la presencia del mandatario.
La primera zona a la que accedemos es justo el pórtico de entrada al citado salón, con multitud de arcos decorados con complejos relieves. Hay que destacar que toda esta zona lo que persigue es conseguir una majestuosidad que la poca profundidad de dicho espacio nunca ofrecería a alguien que desde allí accediera al Salón Dorado. Aquí en cambio sí se consiguió, añadido a la policromía de la yesería, en azul y rojo para el fondo y en oro para los relieves.
A la derecha del pórtico se sitúa un pequeño oratorio para uso privado del rey y algunos de sus cortesanos. En su interior, y orientado hacia La Meca, se construyó el mihrab, con un arco de entrada en forma de herradura. Todo el conjunto recuerda enormemente al mismo espacio que podemos encontrar en la mezquita de Córdoba.
En un pequeño museo que se ha dispuesto en el interior del recinto podemos observar un fragmento de los relieves policromados que decoraban el palacio taifal, con el rojo y azul para los fondos y el dorado para los relieves. Si en una pieza de apenas 40x20 ya llama la atención el colorido, no podemos ni imaginar todo un paño completamente decorado igual.
Y cuando llegamos al Salón del Trono.....allí la vista se nos dispara de forma obligada hacia el techo. El suntuoso artesonado de esa techumbre y sus considerables dimensiones (20x8 m.), formando profundos casetones cuadrados, profusamente decorados en su interior y con grandes piñas colgando de su centro, símbolo de fertilidad e inmortalidad.
Aun había algo más fascinante en su día y es que toda esta belleza de techo se reflejaba en el suelo, el cual reproduce los mismos treinta cuadros. Simplemente impresionante.
Preside una de las paredes del salón un enorme tapiz con el escudo de los Reyes Católicos de dimensiones realmente descomunales.
Salimos de nuevo al corredor que distribuye el acceso al Salón del Trono y otras salas nobles y tenemos una vista privilegiada del patio. Nos detenemos por un momento a imaginar a los habitantes del palacio paseando por esos jardines, tranquilamente, sin preocupaciones mundanas.
Finalizando ya casi nuestra visita, volvemos a la planta baja a través de unas espectaculares e inmensas escaleras de mármol, cubiertas con un techo artesonado de una maestría, si no igual a la del Salón del Trono, sí cuanto menos muy similar.
Y como reza el título de esta entrada, no podemos dejar de mencionar que es en este palacio donde se encuentran el Parlamento de Aragón. Desde 1984 que se planteó la idea hasta que terminaron las obras en 1998 y fue inaugurado por el príncipe por aquel entonces Felipe, se sucedieron importantes concesiones por parte del Ayuntamiento, propietario del complejo, así como grandes labores de restauración y arqueológicas para lograr que el impacto en el resto de edificios fuera el mínimo posible.
Una visita que seguro os dejará impresionados. Si os animáis, el horario es de 10 a 14 h.y la visita guiada, recomendable, media hora después. Por las tardes, de 16:30 a 20 h. Importante a tener en cuenta: los domingos la entrada es gratuita y os recomendamos llegar casi una hora antes de cuando queráis entrar para reservar plaza primero y después cambiar el ticket que os habrán entregado.
La primera zona a la que accedemos es justo el pórtico de entrada al citado salón, con multitud de arcos decorados con complejos relieves. Hay que destacar que toda esta zona lo que persigue es conseguir una majestuosidad que la poca profundidad de dicho espacio nunca ofrecería a alguien que desde allí accediera al Salón Dorado. Aquí en cambio sí se consiguió, añadido a la policromía de la yesería, en azul y rojo para el fondo y en oro para los relieves.
A la derecha del pórtico se sitúa un pequeño oratorio para uso privado del rey y algunos de sus cortesanos. En su interior, y orientado hacia La Meca, se construyó el mihrab, con un arco de entrada en forma de herradura. Todo el conjunto recuerda enormemente al mismo espacio que podemos encontrar en la mezquita de Córdoba.
Salimos de nuevo al patio, llamado de Santa Isabel y nos fijamos con más detalle en lo trabajados que se presentan los arcos del pórtico. Es casi auténtica obra de orfebrería y que representa el preludio de la filigrana que encontraremos posteriormente en la Alhambra.
En un pequeño museo que se ha dispuesto en el interior del recinto podemos observar un fragmento de los relieves policromados que decoraban el palacio taifal, con el rojo y azul para los fondos y el dorado para los relieves. Si en una pieza de apenas 40x20 ya llama la atención el colorido, no podemos ni imaginar todo un paño completamente decorado igual.
Dejando atrás la parte mudéjar y de camino al palacio de los Reyes Católicos, pasamos por una sala que nos llamó poderasamente la atención por su inmensa mesa de oscura madera maciza, en una sola pieza. Lo calculamos a ojo pero no medía menos de 20 m.de largo por unos 2 de ancho. Absolutamente descomunal, como descomunal, o bárbaro, era el uso que se le daba en sus tiempos a dicha sala, ya que era la sede de la Santa Inquisición. Los presos, herejes y demás acusados de algo contrario a la creencia de la Iglesia entraban por una de las dos puertas y casi seguro que salían por la otra con una condena a muerte bajo el brazo.
Y cuando llegamos al Salón del Trono.....allí la vista se nos dispara de forma obligada hacia el techo. El suntuoso artesonado de esa techumbre y sus considerables dimensiones (20x8 m.), formando profundos casetones cuadrados, profusamente decorados en su interior y con grandes piñas colgando de su centro, símbolo de fertilidad e inmortalidad.
Aun había algo más fascinante en su día y es que toda esta belleza de techo se reflejaba en el suelo, el cual reproduce los mismos treinta cuadros. Simplemente impresionante.
Preside una de las paredes del salón un enorme tapiz con el escudo de los Reyes Católicos de dimensiones realmente descomunales.
Salimos de nuevo al corredor que distribuye el acceso al Salón del Trono y otras salas nobles y tenemos una vista privilegiada del patio. Nos detenemos por un momento a imaginar a los habitantes del palacio paseando por esos jardines, tranquilamente, sin preocupaciones mundanas.
Finalizando ya casi nuestra visita, volvemos a la planta baja a través de unas espectaculares e inmensas escaleras de mármol, cubiertas con un techo artesonado de una maestría, si no igual a la del Salón del Trono, sí cuanto menos muy similar.
Y como reza el título de esta entrada, no podemos dejar de mencionar que es en este palacio donde se encuentran el Parlamento de Aragón. Desde 1984 que se planteó la idea hasta que terminaron las obras en 1998 y fue inaugurado por el príncipe por aquel entonces Felipe, se sucedieron importantes concesiones por parte del Ayuntamiento, propietario del complejo, así como grandes labores de restauración y arqueológicas para lograr que el impacto en el resto de edificios fuera el mínimo posible.
Una visita que seguro os dejará impresionados. Si os animáis, el horario es de 10 a 14 h.y la visita guiada, recomendable, media hora después. Por las tardes, de 16:30 a 20 h. Importante a tener en cuenta: los domingos la entrada es gratuita y os recomendamos llegar casi una hora antes de cuando queráis entrar para reservar plaza primero y después cambiar el ticket que os habrán entregado.
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