"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

4 de abril de 2018

Cuentos de hadas en la roca Foradada


En muchas de nuestras escapadas nos habréis leído la típica frase de "hay lugares casi mágicos" o expresiones de ese estilo pero os podemos asegurar que si un lugar cumple casi a rajatabla con ello, este es la Cascada de la Foradada. Es un paraje de auténtico cuento, de aquellos en los que las princesas van a llorar a sus amados o justamente a encontrarse con ellos o.....¡¡estamos divagando!!


Bromas aparte, en el municipio de Cantonigros, cerca de Olot, tenemos esta verdadera maravilla de la naturaleza, llamada así porque justo al lado del salto de agua encontramos un enorme agujero natural en la propia roca; de ahí lo de la Foradada (agujereada), al cual además, podemos acceder vadeando fácilmente el riachuelo y bordeando el macizo en sí hasta poder llegar casi casi detrás de la cascada. 


Espectacular ver caer el agua delante de nuestros ojos, siempre con sumo cuidado de no resbalar ya que la roca allí está como es obvio totalmente mojada.


Nunca os decimos cómo llegar hasta las poblaciones que visitamos y somos conscientes de ello; los motivos son básicamente dos: cada cual accederá desde su zona y por tanto es absurdo guiar a alguien de tal punto a tal otro si resulta que viene justo en dirección contraria. Y por otra parte, prácticamente todos llevamos GPS en nuestros coches o usamos Google Maps en nuestros smartphones.
Lo que sí os daremos siempre serán una serie de indicaciones de cómo llegar hasta la zona en cuestión, atajos, etc... En este caso, tenemos que dirigirnos hacia Vic y de allí tomar dirección Olot. Un poco antes encontraremos el desvío a Tavèrnoles, el cual tomaremos y ya encontraremos indicadores de Cantonigros. ¡Ojo! cuando lleguéis a la entrada del pueblo tomad el primer desvío a mano derecha y una pequeña bajada nos dejará en un párking habilitado para los senderistas y visitantes de la zona.


Allí empieza nuestro recorrido, según el rótulo, de unos 500 metros en fuerte bajada pero para nosotros que hay bastantes más. Es bastante sencillo de realizar pero también bastante pesado ya que todo el suelo se encuentra cubierto de grandes losas de roca, con salientes aquí y allá, lo que unido a zonas con muchas raíces de árboles al descubierto y siempre en constante pendiente, se hace algo farragoso.


Cuando finalmente conseguimos llegar abajo, después del último tercio de sendero oyendo el bramido de la cascada de fondo, se abre ante nosotros la magia de la naturaleza, un rincón paradisíaco en el que el tiempo parece detenerse y nadie tiene prisa en irse.


Cruzamos a la otra orilla saltando con cuidado de piedra en piedra para apreciar la caída un poco más de cerca y antes de bordear la roca como habéis podido ver antes. Uno se llega a sentir casi abrumado y ni a hablar te atreves.


Ya de vuelta al otro lado y cuando iniciábamos la subida, nos dimos cuenta que justo cuando se abre el claro, en un lateral, hay una pequeña cueva con una fuente dentro (no sabemos si potable).
Como os decíamos al inicio, un lugar mágico en el que, una vez dentro, uno no quiere salir.

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