Hay enclaves que en la actualidad nos parecen increíbles, casi mágicos, pero que siglos atrás formaban parte de la vida cotidiana de la gente, en este caso de las zonas rurales.
Lo que hoy vemos como curiosas y extrañas construcciones en lo más profundo de un bosque de altos pinos, antaño fueron depósitos de vino rodeados de viñas.
La comarca del Bages fue la que más hectáreas dedicó a la viña de toda Catalunya. Estamos hablando del año 1860 como zénit de producción. La gran demanda conllevó la construcción de estos lagares en los propios viñedos y así ahorrar el tiempo del transporte.
Esta época de bonanza terminó en 1890 con una peste de filoxera que destruyó la gran mayoría de viñedos e hizo que se abandonara la producción, quedando a merced del bosque.
La comarca del Bages fue la que más hectáreas dedicó a la viña de toda Catalunya. Estamos hablando del año 1860 como zénit de producción. La gran demanda conllevó la construcción de estos lagares en los propios viñedos y así ahorrar el tiempo del transporte.
Esta época de bonanza terminó en 1890 con una peste de filoxera que destruyó la gran mayoría de viñedos e hizo que se abandonara la producción, quedando a merced del bosque.
La ruta de "les tines" es bastante sencilla, tanto para llegar a su inicio como para realizarla. No entraremos detalladamente en cómo llegar ya que hoy en día todos tenemos nuestro gps pero sí que os daremos algunas indicaciones muy concretas que os evitarán dudas dentro del coche.
Una vez hayamos llegado a Pont de Vilomara, sin entrar en la población, en una rotonda tomamos la salida de la derecha en dirección a Rocafort. Vamos siguiendo la carretera unos 3 kilómetros hasta que veremos un desvío a mano derecha con un cartel en madera que indica "Oristrell". Podéis dejar el coche arriba en la calzada en un pequeño recodo o bajar hasta un párking habilitado a tal fin una vez cogido el desvío, con capacidad para un máximo de 15 vehículos.
Allí nos equipamos bien ya que es Enero y todo el recorrido se realiza en un entorno muy frondoso y húmedo. Vemos una cota de sendero SL-C-52 con marcas blancas y verdes que indica "Tines de la Vall del Flequer".
Creemos que la mejor ruta, aunque también la más corta, es la que hicimos nosotros, de tipo circular, pero se pueden realizar otras con ligeras variantes. Con esta llegaremos de nuevo al punto de partida después de recorrer unos 5 kilómetros con alguna pendiente un poco más pronunciada pero nada destacable y gozaremos de una pequeña cata (nunca mejor dicho) de estas curiosas construcciones en medio del bosque.
Poco después de salir del párking encontraremos un par de desvíos en los cuales tomaremos siempre el ramal de la derecha. Una media hora después avistaremos en una hondonada entre árboles los primeros lagares, "las tinas del Bleda", dos en este caso con sus correspondientes barracas en su parte baja.
La mayoría de estos lagares están forrados con azulejos vidriados para aislar el vino de la tierra lo mejor posible. En la parte inferior se practicaba un agujero que comunicaba con la barraca mediante el cual se vaciaba el caldo ya fermentado.
Seguimos nuestro camino y llegamos a otro desvío en el que una cota nos indica que a unos 100 metros a nuestra izquierda podemos contemplar las "tines del Tosques" (en portada), en este caso en número de cuatro con sus sendas barracas. Por el entorno y lo fácil que se pueden contemplar, son seguramente las que más nos gustaron.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el desvío anterior y tomamos el camino de la derecha en dirección al conjunto más espectacular de esta ruta corta, las "tines de l'Escudelleta", que casi parecen un pequeño poblado abandonado ya que constan de once lagares (uno de casi 18.000 litros), siete barracas e incluso una prensa para el vino, bastante deteriorada en su base.
Retomamos la marcha hasta alcanzar, bastante más adelante, las "tines del Ricardo". Este conjunto presenta seis lagares, dos barracas y otra prensa para la viña. Vistas desde su parte trasera, la que se ve desde el camino, se aprecia su destacada altura. En uno de sus laterales encontramos de nuevo, esta vez por su parte exterior, un agujero de vaciado.
Después de descansar un rato en esta zona, aprovechando que es más o menos la mitad del recorrido, tendríamos la opción de seguir dirección Rocafort y realizar la ruta más larga o volver por el camino del Flequer, una vez pasada la riera y seguir por el margen derecho del torrente.
Este camino, buena parte de él en clara ascendencia, nos permitirá contemplar desde el otro lado los lagares de "L'escudelleta" y los del "Tosques", encontrándonos diversas barracas de viña a ambos lados del sendero, cada vez más ancho hasta empalmar el último tramo con el usado para la ida y que nos lleva de nuevo hasta el coche. Por cierto, si queréis comer de picnic, justo en la curva donde aparece el cartel de Oristrell, en el lado contrario, nace un pequeño sendero que parece no llevar a ninguna parte pero nos deja acceder al lecho del río, seco al menos esos días, donde nos podemos sentar y comer sin escuchar el más mínimo ruido. Idílico.
Antes de abandonar la zona y emprender viaje de regreso, no os vayáis sin entrar en Pont de Vilomara para contemplar su magnífico puente gótico, que data del año 1012, y se extiende de lado a lado de río con una longitud de 130 metros.
Una visita no muy complicada pero que nos ofrecerá mucho a cambio.
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