"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

24 de julio de 2017

Graffitis en Penelles


Un graffiti por cada diez habitantes. Esta es la increíble media que nos ofrece la pequeña población de Penelles, en Lleida, con no más de 500 habitantes. Si hacemos una rápida división, nos salen del orden de 50 graffitis repartidos por todo el pueblo.


La "culpa" de toda esta explosión de street-art la tienen un par de empresas de diseño gráfico y estampación de la localidad que, un par de años atrás, se unieron para difundir este tipo de arte tan urbanita por el mundo rural, implicando a los habitantes de Penelles hasta límites que ni ellos mismos sospecharon jamás y otorgando un interés turístico casi único al pueblo.


Toda esta iniciativa culminó en el festival GARGAR (WEB), el cual celebró su primera edición en 2016 y ya se pintaron unos 25 murales. En la de este año, celebrada en mayo, otros 25 más aprox.con la asistencia de graffiteros de todo el país e incluso de Francia, Portugal, Inglaterra y Alemania.


Dos son las condiciones que impone la organización del certamen: una a los artistas y otra a los propietarios de las viviendas o naves que ceden su espacio para las obras: a los primeros, que deben reflejar en sus obras el mundo rural y obviar temas políticos, religiosos, etc...


y a los segundos, que no sabrán en ningún momento el tipo de graffiti que el artista va a plasmar en sus muros. Desconocemos lo que pueden durar las obras sin que se borren pero no nos negaréis que es un, digamos riesgo dejar que un desconocido se dedique a pintarrajear las paredes de nuestra casa sin saber como va a terminar el asunto. Esa es precisamente la gracia de todo.


El mural que se ha hecho más popular, ya desde la primera edición, es el que representa a Joan Mata "el Tato", un anciano del pueblo al que todos adoran y que está pintado en el lateral de una casa prácticamente en las afueras y que, a ojo, debe medir fácilmente 10x10 m.


Destacar que todos los artistas que se desplazan hasta Penelles lo hacen "por amor al arte" y nunca mejor dicho; es decir, no cobran nada por realizar sus obras. Sí que se les paga los materiales, el desplazamiento y la estancia, que no está nada mal para un certamen que acaba de nacer. Pero a ellos también les va bien ya que establecen contacto, intercambian ideas, técnicas, etc...


Como era de esperar, iniciativas similares se han ido reproduciendo en otras localidades, eso sí, sensiblemente más grandes, como son Cheste (Valencia) y Fresnedilla de la Oliva (Madrid).


Si estáis por Lleida capital o alrededores, no dejéis pasar la oportunidad de visitar Penelles y pasear tranquilamente por sus calles contemplando graffitis sin cesar. No defrauda.

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