En el centro de la provincia de Tarragona, a pocos kilómetros uno de otro, encontramos tres ejemplos de la arquitectura jujoliana. Además en dos de ellos tuvimos el honor de gozar de una visita a solas guiada por los propietarios o los gestores de dichos inmuebles. Las anécdotas que salieron a la luz y que nos llevamos a casa no tienen precio.
Cercano a la ciudad de Valls, encontramos el pequeño pueblo de Els Pallaresos. A las 10 teníamos visita concertada a la Casa Bofarull, un encargo de las hermanas de dicho apellido a Jujol, el cual creemos, según nuestra opinión, se explayó a gusto a la hora de reformar y decorar esta antigua masia, dando rienda suelta a todo su genio.
La casa es propiedad actualmente de dos hermanas, Anna y Mercé, encantadoras y atentísimas, las cuales mantienen sin ninguna ayuda oficial (algo vergonzoso para los tiempos que corren) un edificio magnífico y que nos explicaron de primera mano y en exclusiva detalles del interior que seguramente nos pasarían desapercibidos, ya que hasta no hace muchos años estaban residiendo aun allí.
Picas con formas que pueden parecer aleatorias y caprichosas pero que tienen su porqué; un frontis curvado para que las piernas se puedan acercar más y no se choquen los pies o las rodillas contra una impresionante composición con azulejos.
En otra de las estancias, un pequeño despacho también habilitado como cuarto de costura, encontramos el mueble que quizás nos llamó más la atención. Puertas y cajones se distribuían por doquier de tal forma que no quedaba ni un rincón del escritorio sin aprovechar. Una obra de arte absolutamente espectacular.
Salimos a la terraza de la planta baja y nos recibe un dragón a modo de fuente que custodia un mirador con unas rejas de forja que presentan un curioso detalle: están sensiblemente abombadas para que se pueda ver más fácilmente a un lado y a otro.
Al levantar la vista desde donde nos encontramos podemos apreciar la rotundidad de la galería y de la cubierta de la primera planta, con sus paredes pintadas en el azul atribuido ya al propio Jujol. A todo lo largo de ella el artista reprodujo en la parte baja cuatro murales representando las cuatro estaciones del año.
Ya de vuelta al interior, accedemos a la impresionante escalera que nos conducirá al primer piso, la cual está decorada con motivos de animales tanto en la barandilla como en el pasamanos. Una auténtica obra de arte.
Ya en el primer piso encontramos multitud de lujosas habitaciones, tanto para la familia de la casa como para algún invitado ilustre.....
.....y grandes y bellas lámparas decorando los pasillos.
Un detalle que nos llamó la atención y que no teníamos ni la más remota idea de su utilidad hasta que la propietaria nos lo explicó fue una ranura en el suelo, al pie de un balcón, de un palmo aprox. Resulta que era el "portero automático" de la época, es decir, cuando alguien llamaba al picaporte abajo en la calle, miraban por el balcón y para no bajar a abrir tiraban la llave por dicha ranura y ésta aparecía a los pies del visitante. ¡Sublime! También se usaba para tirar algunas monedas a modo de limosna a los más necesitados que se acercaban a la casa y así evitar el contacto directo.
Salimos de nuevo a la escalera y seguimos ascendiendo hasta llegar a la parte más alta, al menos de la accesible para el público, donde la vista hacia abajo es un auténtico espectáculo.
Pero el elemento más característico de Casa Bofarull no lo encontramos dentro de ésta si no fuera, concretamente encima y es ni más ni menos que una magnífica figura de un ángel de piedra, de un peso aprox.de 400 kgs.y que hace las veces de veleta, no marcando exactamente la dirección del viento debido a su peso pero sí moviéndose sensiblemente cuando éste sopla con suficiente fuerza.
Es una escultura absolutamente preciosa, rodeada de utensilios del campo incrustados en las cuatro vertientes de la torre y la única lástima es no poder verla aun más de cerca.
Como os hemos dicho al principio, una auténtica maravilla de casa que vale la pena visitar. Se realizan dos visitas guiadas, a las 10 y a las 12h.previa reserva en el teléfono o web que podéis ver en las primeras fotos.
Casi sin tiempo a nada, de vuelta al coche y directos a Montferri, a pocos kilómetros de allí. Lo que buscamos es el Santuario de la Virgen de Montserrat, o lo que es lo mismo, la Sagrada Familia a escala o también la base experimental de ésta.
Encontrar en un paraje tan solitario una construcción tan magnífica como ésta se nos hace sumamente extraño y a medida que nos acercamos a ella, mucho más, sensación la cual llega al culmen cuando accedemos al interior (1€). Es modernismo absoluto. Te sientes transportado al instante a Barcelona, al interior de la obra magna de Gaudí: los arcos superpuestos y ornamentados, las cristaleras de colores..... Todo respira al genio o en este caso, a su discípulo.
Se quiso dotar a la construcción al mismo tiempo de claras referencias a la montaña sagrada de Montserrat, tanto porque el santuario alberga en su interior una segunda Moreneta.....
como porque, por ejemplo, la planta de la nave tiene forma de barco el cual está orientado hacia el monasterio de Montserrat. No nos negaréis que la parte interior de la cubierta, con esos promontorios de piedra, no recuerdan a las conocidas formaciones rocosas de la provincia de Barcelona.
La culminación a todo el santuario la ofrece una imponente cruz de hierro de casi 500 kgs.que, sea casualidad o seguramente no lo sea, está situada exactamente a 33 metros de altura, la edad a la que murió Cristo crucificado.
Una iglesia muy muy especial y que, dentro de una ficticia ruta Jujol, no puede dejarse de visitar. Y como nos hemos convertido en auténticos adictos del genio Josep Mª Jujol, ahí os dejamos esta canción de Avicii "Addicted to you".
No hay comentarios:
Publicar un comentario