Dicen de Guimerà (Lleida), muy cerca de Tárrega, que es el pueblo medieval más bonito de Catalunya. No sé si esa afirmación es cierta o no pero una vez lo has visitado, la verdad es que poco nos importará en que posición lo podamos situar respecto a otras poblaciones de ese estilo.
Es sencillamente precioso, encantador y perfecto para perderse por sus callejuelas empedradas.
Llegar es bastante fácil ya que una vez en Tárrega, sólo tenemos que coger la carretera que se dirige hacia Montblanc/Tarragona y a pocos kilómetros, pasado Verdú, ya encontraremos los indicadores hacia Guimerà.
Quizás la vista más conocida y espectacular del pueblo es la que conseguimos desde el puente que cruza el río Corb, pasado éste en dirección a Vallfogona. Es la mejor posición para apreciar la disposición totalmente escalonada de las casas sobre el cerro.
Una vez empezamos a perdernos por sus calles, nos sentiremos trasladados a otra época ya que hay realmente pocos indicios de modernidad en el pueblo, al menos cara al exterior. Seguramente ese sea uno de sus encantos; la poca restauración que en general presenta, que no significa ni mucho menos encontrarnos con casas ni edificios poco cuidados ¡eh!
Seguimos ascendiendo por las serpenteantes calles y pasamos por la c/ Goleta, que nos recibe con sus diez grandes ventanales en arco superior y donde casi te sientes obligado a sentarte un ratito a reposar en ellos antes de seguir la caminata.
Reanudamos la marcha y pasamos por delante del antiguo restaurante Cal Minguella, hoy ya cerrado pero que conserva sus puertas originales en madera, su rótulo y demás decoración de cuando estaba activo.
Después de una fuerte subida conseguimos vislumbrar por fin parte de las ruinas del antiguo Castillo de Guimerà, construido por los cristianos en el S.XI y del que sólo se conserva un trozo de su muralla y una parte importante de la torre, accesible gracias a unas escaleras metálicas desde la base y de hormigón en su interior.
Una semibóveda circular aun cubre parte de la torre. El resto queda al aire libre y da acceso a unas vistas inacabables de todo el pueblo y parte de la valle del Corb.
Justo al lado del castillo encontramos la Iglesia de Santa María, construida un siglo antes, con su pórtico de estilo románico. A su izquierda veremos tres arcos en la propia roca con un sarcófago de estilo gótico en uno de ellos, el cual presenta grabada un águila, el escudo heráldico de los Agulló, una de las familias importantes de Guimerà.
Destacar especialmente, aunque no pudimos hacer fotos como sería deseable a pesar del "diezmo" de 1€ por acceder a la iglesia, que el retablo que podemos contemplar en el altar es obra del polifacético Josep Mª Jujol, discípulo aventajado del mismísimo Gaudí y del cual os hablaremos más extensamente en próximas escapadas.
Y ya casi al final de nuestro recorrido encontramos un curioso rinconcito, llamado precisamente Racó de la Pau (Rincón de la Paz) con un grabado en piedra y un poema de Ramon Muntanyola a la derecha, haciendo una curiosa referencia al 9 de Copas, que parece ser le atribuían cierta similitud con la orografía del pueblo. Os instamos a que curioseéis sobre este detalle, muy poco conocido por el gran público.
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