¡Escapada no apta para alérgicos! Bromas aparte, es un auténtico placer para los sentidos sumergirse en el casco antiguo y en el Call judío de Girona cuando se celebra la fiesta de las flores (web oficial).
Prácticamente no queda ni un balcón, comercio o edificio público sin alguna referencia floral o directamente con exposición de tapices realizados con flores o esculturas con la misma base natural. Ello conlleva una explosión de colores y aromas que en pocos lugares podremos disfrutar.
A pesar de haber llegado a primera hora, se hacía difícil el avanzar, no ya por ninguna aglomeración de gente si no porque cada pocos metros teníamos un espacio que visitar, ya fuese el Ayuntamiento, una casa particular o la sede de una oficina bancaria.
Ni qué decir tiene como nos quedamos cuando llegamos a la altura de la Esglesia de Sant Martí, con la mitad de su escalinata totalmente cubierta por un manto amarillo y rojo, simulando la bandera catalana.
Y para más sorpresa aun, en su interior se habían recreado escenas de conocidos cuentos infantiles, con sus principales personajes realizados también en su mayor parte con flores. Allí pudimos ver desde Blancanieves hasta Caperucita pasando por Garbancito.
Mirásemos donde mirásemos había un detalle floral, un rincón o un balcón decorado. Llega un momento que uno se sumerge tanto en ese ambiente que ya nos dejábamos llevar casi sin rumbo. Veíamos un grupo de gente y allá que íbamos porque seguro había alguna preciosa composición que admirar, como nos sucedió en los Baños Arabes.
Así fue como llegamos, por una calle lateral, hasta la Catedral de Santa María, impresionante, colosal, la de estilo gótico de mayor anchura de Europa. Si esas vistas ya son increíbles, más lo son aun cuando la contemplamos desde la parte más baja de su famosa escalinata aunque estos días no se podía apreciar en toda su magnitud al estar decorada en su parte central.
Antes de entrar en ella nos perdimos por los jardines situados justo a su derecha, en los cuales encontramos auténticas obras de arte floral. Dichos jardines bordean la Catedral siguiendo la antigua muralla y parte del antiguo camino de ronda.
De vuelta a la plaza, accedemos al templo y es en su interior cuando realmente uno se siente pequeño, muy pequeño...minúsculo. Unos muros altísimos coronados con rosetones de vivos colores, un altar mayor imponente mires donde mires y varios pórticos más a ambos lados de la nave principal, a cada cual más recargado.
Con el ticket de entrada tenemos incluido también el acceso al museo de la catedral, en el que se exponen piezas antiquísimas y de gran valor, como un tapiz de la Creación, retablos, cruces de un tamaño que nos dejó perplejos (no digamos ya su maravilloso trabajado) y otras piezas realmente increíbles.
Aun nos quedó tiempo para, de vuelta a la calle, seguir sorprendiéndonos con rincones realmente bucólicos como esta "habitación" vestida con ropa de cama, perdón...de helechos y flores variadas. Advertimos que las fotos no hacen justicia a la belleza y originalidad de tal decoración.
Incluso pudimos pasear por una gran exposición de bonsais en un marco incomparable, donde pudimos contemplar creaciones increíbles, más de lo que ya de por sí tiene ese tipo de planta. Había composiciones verdaderamente fantásticas.
Una celebración realmente extraordinaria que, como decíamos al principio, lanza un auténtico órdago a nuestros sentidos. Os recomendamos que no dejéis de visitar Girona el año que viene por estas fechas. Y nada mejor que una canción de Héroes del silencio dedicada a la flor de loto.
Mirásemos donde mirásemos había un detalle floral, un rincón o un balcón decorado. Llega un momento que uno se sumerge tanto en ese ambiente que ya nos dejábamos llevar casi sin rumbo. Veíamos un grupo de gente y allá que íbamos porque seguro había alguna preciosa composición que admirar, como nos sucedió en los Baños Arabes.
Así fue como llegamos, por una calle lateral, hasta la Catedral de Santa María, impresionante, colosal, la de estilo gótico de mayor anchura de Europa. Si esas vistas ya son increíbles, más lo son aun cuando la contemplamos desde la parte más baja de su famosa escalinata aunque estos días no se podía apreciar en toda su magnitud al estar decorada en su parte central.
Antes de entrar en ella nos perdimos por los jardines situados justo a su derecha, en los cuales encontramos auténticas obras de arte floral. Dichos jardines bordean la Catedral siguiendo la antigua muralla y parte del antiguo camino de ronda.
De vuelta a la plaza, accedemos al templo y es en su interior cuando realmente uno se siente pequeño, muy pequeño...minúsculo. Unos muros altísimos coronados con rosetones de vivos colores, un altar mayor imponente mires donde mires y varios pórticos más a ambos lados de la nave principal, a cada cual más recargado.
Con el ticket de entrada tenemos incluido también el acceso al museo de la catedral, en el que se exponen piezas antiquísimas y de gran valor, como un tapiz de la Creación, retablos, cruces de un tamaño que nos dejó perplejos (no digamos ya su maravilloso trabajado) y otras piezas realmente increíbles.
Aun nos quedó tiempo para, de vuelta a la calle, seguir sorprendiéndonos con rincones realmente bucólicos como esta "habitación" vestida con ropa de cama, perdón...de helechos y flores variadas. Advertimos que las fotos no hacen justicia a la belleza y originalidad de tal decoración.
Incluso pudimos pasear por una gran exposición de bonsais en un marco incomparable, donde pudimos contemplar creaciones increíbles, más de lo que ya de por sí tiene ese tipo de planta. Había composiciones verdaderamente fantásticas.
Una celebración realmente extraordinaria que, como decíamos al principio, lanza un auténtico órdago a nuestros sentidos. Os recomendamos que no dejéis de visitar Girona el año que viene por estas fechas. Y nada mejor que una canción de Héroes del silencio dedicada a la flor de loto.
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