"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

26 de mayo de 2014

Aranjuez, la España más señorial

Creo que nunca dejaré de decir lo mismo: ¡cuanta riqueza histórica y patrimonio cultural tenemos en España! ¡Y que relativamente poco lo apreciamos! Y Aranjuez, dentro de lo que cabe, no se puede quejar de ser una ciudad de las más desconocidas, al contrario. Aun así, es de aquellos viajes que, al menos yo, vas dejando dejando pensando "si está aquí al lado" y dedicamos esfuerzo, tiempo y dinero en visitar otros lugares y países.


Pero eso se terminó este pasado fin de semana, que decidimos empaparnos de la historia que desprende la ciudad. Después de sopesar varias opciones de alojamiento según los comentarios de otros viajeros en Tripadvisor, reservamos una habitación en el Hostal Castilla (www.hostalcastillaaranjuez.com) a través de Booking. Había comentarios de todo tipo, ni muy buenos ni tampoco muy malos, aunque lo que nos hizo decidir por éste en concreto fue su privilegiada situación, a tiro de piedra de los edificios históricos, y un curioso patio interior que prometía mucho.


Cuando llegamos el sábado a media mañana al hostal, una vez "checkinados" (recordad lo que me mola la palabrita...) y mientras nos subían la maleta a la habitación, salimos a la calle mapa en mano para situarnos un poco, localizar restaurantes, etc...y desayunar. Vuelta al hotel y en un plis ya estábamos listos para empezar nuestro tour.
Solo necesitamos caminar unos 500 mts.calle abajo para encontarnos el primer edificio digno de contemplar, la Iglesia de San Antonio, que preside el inicio de una inmensa plaza rectangular porchada y que llega hasta delante del Palacio Real.


En uno de los laterales encontraremos la Oficina de Turismo, por si alguien la necesita.


Al final de dicha plaza llegamos al puente que cruza el Tajo, lleno de patos a esa altura.


De ahí nos dirigimos hacia la izquierda para enterarnos de los horarios de las visitas guiadas, tanto del Palacio como de la Casa del Labrador. ¡Muy importante! La entrada a ésta última se compra en el Palacio; no os pegueis una caminata brutal y al llegar allí os encontreis que no os dejan entrar. La entrada con guía a los dos edificios, que da opción también a visitar el Museo de Falúas Reales, cuesta 15€; es un poco cara en sí misma, pero si tenemos en cuenta que sirve para tres lugares pues el precio queda un poco relativizado.
Poco después de comprarlas, tiempo de un vermouth, teníamos la visita al Palacio Real de Aranjuez, edificio magnífico construido por orden de Felipe II y proyectado por el arquitecto Juan Bta.de Toledo, rematado después de su muerte por su alumno Juan de Herrera. La construcción nos traslada a los fastos de aquella época y porque no decirlo, también a sus excesos imaginándonos cual Fernando VI o Carlos III, los cuales ordenaron las sucesivas ampliaciones del palacio, subiendo por la escalinata principal que preside la entrada.


El único pero de todo ésto es que está totalmente prohibido tomar fotos en el interior, cosa que se repetirá en las demás visitas, con lo cual poco os podemos trasladar de la belleza de este emblemático edificio y de salas como la árabe, destinada a fumadero, la japonesa, toda revestida de porcelanas o la habitación de la Reina, con un mobiliario espectacular y destacando la cama con dosel de 2x1,60mts, un mueble para coser o un reclinatorio.
Solo podemos recomendar el verlos en persona ya que no decepcionará a nadie.
De vuelta al exterior después de una hora aprox.de recorrido, nos dirigimos justo al lado del palacio para perdernos en los múltiples jardines que allí encontraremos, de los que destacan la gran cantidad de fuentes que guardan en su interior.


Como ya se nos había hecho realmente tarde, fuimos a comer a un restaurante situado justo delante de una de las alas laterales del Palacio, concretamente el Rincón de Godoy. Quizá fue porque les pillamos con tres comuniones ese día y sólo había un camarero para atender todas las mesas de la terraza, el servicio dejó bastante que desear, así como la comida en sí.
Una vez repuestos del trajín de la mañana y sin perder tiempo, nos dirigimos hacia los Jardines del Príncipe, un auténtico gozo para los sentidos el poder pasear entre la gran diversidad de árboles repartidos en sus 150 hectáreas, visitables sólo la mitad. Cipreses, fresnos, robles, magnolios...y un sinfín de variedades más, incluído algún pato despistado : )


Después de un ratito de caminar siguiendo los carteles indicativos, nos detuvimos en el Museo de Falúas Reales, embarcaciones que la nobleza destinaba a sus paseos por el río y que, una vez restauradas, podemos visitar, de nuevo sin posibilidad de hacer fotos. Ejem ejem...


Aviso para navegantes, caminantes en este caso: si os deteneis en el Museo, calculad la hora de entrada a la Casa del Labrador si es vuestra ruta prevista ya que a pie podeis tardar fácilmente unos 40/45 minutos.
Después de una señora caminata, llegamos al palacete neoclásico citado, que por lo que pudimos contemplar, debe poseer una de las mejores colecciones de artes decorativas de los S.XVIII-XIX, gran parte de ella realizada por Mariano Salvador Maella.



Después de ponernos en la entrada unos patucos de esos de quirófano para proteger los valiosos suelos de mármol del roce, el guía, persona experta él, nos empezó a narrar un poco la historia del lugar. Quizá sea una leyenda pero se cuenta que en esa época el Rey Carlos IV cazaba mucho por esa zona y que en ese enclave concreto había la casa de un agricultor. El Rey ordenó la construcción del edificio justo encima de la citada casa, quedando ésta dentro del palacio. Pero lo cierto es que es una afirmación poco documentada, según nos contaron.


Como seguíamos con la prohibición de tirar foto alguna, sólo podemos relatar algunas de las magníficas estancias que visitamos, como la Galería de las Estatuas, el Salón del Rey (o Sala de Billar) y por supuesto, el Salón de Baile, en que destacan dos piezas magníficas: una mesa y una silla de malaquita, obsequio del zar Alejandro II a la Reina Isabel II.
Algo que nos llamó la atención fue que en todo el edificio no se adaptó ninguna sala como habitaciones propiamente dichas, clara muestra de que se trataba de un palacete de uso solamente diurno.
Después de la magnífica visita, de unos 40 minutos de duración aprox.tocaba regresar al hotel, una duchita y salir a cenar. Un consejo: si no quereis caminar tanto por los jardines, hay un trenecito que los recorre y efectúa dos paradas justo en los lugares que hemos citado: el Museo de Falúas y la Casa del Labrador. Podéis bajaros en un sitio, hacer la visita y esperar al siguiente para seguir con el recorrido.
Muy cerca de nuestro hotel mi pareja, sibarita que es ella, ya había echado el ojo a un restaurante en el que estaba segura se comía excelentemente. Total, que nos fuimos directos a Casa José (www.casajose.es) y no nos equivocamos. Ojo! no busqueis un menú barato, ni tan sólo una carta barata; se trata de cocina que busca la excelencia basándose sobre todo en productos de proximidad y como ingrediente estrella la verdura totalmente ecológica, otorgándole grado de actor principal en los platos y no de mero acompañamiento.


Un ejemplo que puede ser interesante: el menú degustación cuesta 75€ pero el mismo maître ya te recomienda que vayas con hambre y con tiempo, ya que se tarda unas tres horas en completarlo.
Un restaurante caro pero en el que vuelan los sentidos.

2 comentarios:

  1. Aranjuez es espectacular. Visita recomendada 100%!

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  2. Así es. Espectacular en sí misma. Fantásticas fotos las de vuestra web. Enhorabuena.

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