"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

7 de febrero de 2018

Naturaleza alrededor de Lleida: Parc de la Mitjana


El Parc de la Mitjana de Lleida es aquel lugar, aquel paraje típico que toda la vida oyes hablar de él, sabes que existe pero por el mero hecho de tenerlo a tiro de piedra nunca nos habíamos decidido a visitarlo. Hasta que este finde nos escapamos para poner fin a un fallo tan garrafal.
Con sus 90ha. es una auténtica concentración de lagos y bosques a lo largo del recorrido del río Segre, con flora y fauna abundante del tipo bosque de ribera.
El elemento más distintivo es, como no, el agua, la cual favorece un microclima en el cual crecen fresnos, chopos, sauces y arbustos como el tamarindo amén de gran cantidad de juncos.


Todo el parque está perfectamente señalizado para poder acceder bien al Centro de Interpretación del Parque, en el cual podremos descubrir aun más en profundidad la vegetación y fauna que en él encontramos. A su lado se dispone un pequeño bungalow que ejerce las funciones de bar-cafetería.


Justo enfrente tenemos una zona de pic-nic donde se han dispuesto mesas y bancos de madera para comer junto a un estanque rodeados de una extrema tranquilidad escuchando simplemente el trinar de los pájaros. Y si de aves hablamos, son fácilmente observables especies tales como la garza, la polla de agua o el ánade real. Incluso, con suerte, algunas rapaces.


Si retrocedemos unos metros desde la zona de acampada y tomamos el sendero de la derecha marcado como "río", nos adentraremos de lleno en un bosque de lo más frondoso. No temáis perderos ya que el sendero está perfectamente delimitado y señalizado cualquier desvío.
A poco de caminar nos encontramos con el "Pont de Ferro" (Puente de Hierro) atravesando el cual salvamos una zona de cañas y matojos realmente vasta.


Una vez cruzado, a los pocos metros encontraremos un desvío que nos lleva a nuestra izquierda hacia el embarcadero y a nuestra derecha hacia el río. Seguimos por esta última en busca del puente que cruza el Segre.


Caminamos sin prisa entre grandes árboles, deteniéndonos en rincones que nos llaman la atención sin motivo aparente y casi sin darnos cuenta aparece ante nosotros el enorme puente que salva el río y nos deja en el otro margen.
En un puente curioso, construido en tres arcos, con la particularidad que la pasarela superior también presenta la misma forma con lo cual tan pronto nos vemos subiendo por la rampa de madera como bajándola para justo volver a subir el siguiente arco.


Aguas arriba, precisamente al lado del embarcadero, se encuentra situado el Club de Piragüismo, con unas completísimas instalaciones, por lo que es más que frecuente ver a palistas en esa zona y seguir descendiendo Segre abajo.
Antes os hablábamos de la fauna y no podemos olvidarnos de los múltiples animales que habitan en las zonas más húmedas de la ribera. Los más habituales son la rana verde y el sapo así como la típica culebra de agua. Eso por lo que se refiere a anfibios y reptiles; en cuanto a peces, se suelen encontrar carpas, barbos y lucios.


Por esta vez y ya que empezó a chispear ligeramente, decidimos desandar el camino y volver al punto de partida. Al fijarnos por segunda vez en la vegetación que nos envolvía nos dimos cuenta que la mayor parte de esos árboles eran caducifolios lo que nos llevó a imaginar cuanto puede llegar a modificarse la estampa de este lugar dependiendo de la estación, pasando del verdor de primavera y verano a la humedad gris del invierno sin olvidar los preciosos matices amarillentos del otoño.


Un precioso recorrido al que volveremos sin ninguna duda para explorar más a fondo y seguir el sendero del margen contrario del río. A ver que nuevos paisajes nos encontramos.

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