"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

12 de julio de 2017

La noche de las velas en Pedraza


Ya os adelantamos que lo que se vive los dos primeros sábados de Julio en la Noche de las Velas de Pedraza (WEB) es bastante difícil de expresar con palabras. Esa mezcla casi irreal de magia y romanticismo envuelta en un entorno realmente privilegiado como es dicha localidad amurallada, no en vano figura declarada Patrimonio Histórico ya desde 1951, no es fácil de trasladar al lector.


Aunque de entrada todo pintaba tan negro como las nubes segovianas que amenazaban desde el cielo, al final todo salió perfecto. Nuestro duende sigue totalmente "on fire". La historia se resume en que, debido al éxito desmesurado de dicha celebración, el año pasado se alcanzaron cifras insostenibles de asistentes, más de 21.000, para un pueblo que supera por poco los 400 habitantes.


Colas kilométricas para llegar a Pedraza, atascos incontrolados a la salida de casi horas y lo que es peor, caminar por las calles del pueblo como si estuvieras en el metro, encajonado entre la multitud sin poder disfrutar del espectáculo al que realmente uno iba. Incluso un cierto peligro, especialmente para los niños, de quemarse con alguna vela.


Ello llevó a la organización, polémica incluida, a limitar el aforo para este 2017 a 5.000 personas cada sábado, entradas que además eran gratuitas y se podían adquirir a través del Corte Inglés o por internet. Ahí pareció empezar a torcerse el plan ya que mi pareja leyó pocos días antes que había que reservar y cuando lo intentamos ya habían volado absolutamente todas. Quedaban algunas entradas para el concierto que se ofrece en el castillo pero ni nos interesaba ni queríamos gastarnos 39€ por cabeza que costaban.


Pero como teníamos reserva (Airbnb) en Segovia, de la cual os hablaremos en una próxima entrada, pues decidimos acercanos igualmente, por probar... Aun saliendo de la capital sobre las 6 de la tarde y recorrer solamente unos 40 kms. ya había un montón de gente en las afueras que daba miedo. Se habían habilitado varios campos y colinas cercanas a modo de aparcamiento y menos mal porque a la salida estaban hasta los topes. Patrullas de G.Civil por todas partes, nosotros caminando en dirección a la única puerta que cruza la muralla y da entrada al pueblo y llegamos al control de acceso. Un chaval joven, yo con cara de alucine...¿lo dices en serio que va con entrada? ¿pero tú sabes de dónde venimooos? Duda un poco, consulta a un compañero como van de aforo y "¡¡venga, para adentro chicos!!". Creednos que el subidón de adrenalina fue bestial y empezamos a caminar como si no hubiese mañana. ¡¡Estábamos en la Noche de las Velas!!


Y perderse lo que vivimos habría sido muy muy lamentable. Pedraza es un pueblo maravilloso, con sus calles y casas empedradas que no se han dejado invadir por el asfalto y el ladrillo. Subiendo la cuesta de la calle principal llegamos a la impresionante Plaza Mayor del pueblo, con construcciones que nos transportaron a tiempos feudales, todas ellas totalmente preparadas con multitud de velas sujetas a sus barandillas o en los alfeizares, algunas formando figuras o incluso palabras.


Sobre las 7 ya se empezaron a encender. El "protocolo" indica que hay que comprar una pequeña vela de las que venden en varias tiendas del pueblo y con ella teníamos derecho a encender alguno de los cirios que aun restaban apagados. Y así lo hicimos, contribuyendo a prender tres o cuatro de las casi 50.000 velas que este año se distribuyeron por todo el pueblo.


Mientras tanto se acercaba lo que los expertos en fotografía llaman la hora azul, ese corto espacio de tiempo en que el sol ya ha desaparecido pero aun nos regala su resplandor, momento en el que se empezó a apreciar la verdadera belleza de la luz del fuego formando nada casuales formas.


Solo era cuestión de seguir paseando por el pueblo, sentarse cuando nos apetecía y observar, observar sin más, ya que mirásemos donde mirásemos había una ventana, un balcón o jardín maravillosos donde sus propietarios estamos seguros que habían puesto toda la pasión posible en su decoración.


Las calles del pueblo, con la noche entrada ya, escondían un halo de misterio que te llevaba a recorrerlas aunque fuera varias veces, siguiendo un camino imaginario marcado por las velas encendidas.


Calles que nos llevaban a preciosos enclaves del pueblo, decorados con suma delicadeza y esperando que ninguno de los muchos que allí nos encontrábamos alterásemos ese orden establecido, cosa la cual no era del todo posible, por desgracia.


En alguno de los muchos rincones de Pedraza se podían adivinar símbolos recreados con las velas los cuales, no por su teórica simplicidad, perdían un ápice de su belleza. Ya fuera la paz, el yin y el yang u otros parecidos, el singular espectáculo estaba garantizado.


Sobre las 12 de la noche, al terminar el concierto y suponemos que vaciarse un poco el pueblo, se empezó a dar entrada libre a los visitantes y entonces fue cuando realmente vimos que se masificaba en exceso y decidimos dar por finalizada nuestra visita. Una visita que es muy probable que, dentro de unos años volvamos a repetir cruzando la muralla de Pedraza.

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