"EL VIAJERO QUE REGRESA NUNCA ES LA MISMA PERSONA QUE ERA ANTES DE IRSE"

25 de abril de 2017

La cartuja de Escaladei


Ahora ya entiendo porqué alrededor de Escaladei se corría años atrás un tramo del rallye Catalunya. ¡Por Dios, que empacho de curvas! La ruta que escogimos (aposta) es de las carreteras más reviradas por las que hemos circulado. Cuando llegamos a Borges Blanques (Lleida) nos dirigimos dirección El Vilosell pasando por Albi, Pobla de Cérvols, Ulldemolins, Cornudella y La Morera de Montsant.
De ahí nos desviamos dirección Escaladei y casi a la entrada del pueblo encontramos una zona de aparcamiento y una plaza con alguna tienda, unas bodegas y un restaurante. Justo detrás de éste, sin excesiva indicación, tenemos el camino asfaltado que nos llevará hasta la Cartuja, la primera de la Península Ibérica.
Os aconsejamos llegar en coche hasta allí ya que aun tenemos un par de kilómetros y hay un párking realmente amplio y de fácil acceso justo delante de las dependencias de acceso y taquilla.
Después de pagar la entrada normal (3,50€) accedemos al recinto a través de la plaza del Ave María, quedando frente a nosotros la fachada del mismo nombre, quizás la imagen más identificable del conjunto de Scala Dei (Escalera de Dios), con la figura de la Virgen con el Niño en brazos, realizada en alabastro sobre 1599.


Nos desviamos a nuestra derecha para acceder a lo que queda del Claustro Menor, el cual se está intentando restaurar lentamente o al menos asentar para evitar que siga en su ya avanzado declive.


Seguimos bordeando el claustro y nos vamos deteniendo a observar los detalles que ya en aquel tiempo, hablamos del S.XII en adelante, se aplicaba en las construcciones. En este caso podemos observar el dintel entre las dependencias de los cartujos y el Claustro.


Algunos, no muchos, de los edificios se han reconstruido con materiales actuales salvaguardando lo que se pudo de la construcción antigua, la cual está invadida prácticamente en su totalidad por la vegetación y sus raíces, que se han ido abriendo paso con el tiempo entre los muros.
La mayoría de las construcciones, o lo que queda de ellas, están soportadas con puntales de obra y refuerzos para evitar su derrumbe total.


Encontramos en un lateral lo que a primera vista nos parecieron antiguos lavaderos pero al observarlos con detalle, creemos que no van por ahí los tiros ya que el chorro de agua de la pared no coincidiría casi con ninguna de las picas. Si a ello le unimos el deducir que podía ser perfectamente una zona cubierta y/o cerrada, nos llevó a pensar en una especie de zona de aseo para los monjes aunque el descentrado de cada fuente nos siguió despistando. Nos quedó la duda.


Y llegamos a lo que en su día fue el Claustro Mayor (de los tres que presentaba la cartuja), con algunas de sus columnas de soporte aun en pie. Fue construido en el S.XIII y presentaba a su alrededor las doce primeras celdas para los cartujos.
En el muro lateral aun se pueden contemplar los arcos que se unían a los de enfrente y formaban la cubierta.
En el patio interior, según normativa de la orden, se situaba el cementerio. Actualmente está destacado por una cruz moderna.


Justo en una esquina se ha conseguido recrear una parte de la galería del claustro y lo que sería el acceso a una de las dependencias personales, donde los residentes se dedicaban a la oración, el cuidado de flores y plantas y la vida contemplativa.


Siguiendo nuestro recorrido accedemos a la sala capitular de los Legos, donde éstos se reunían para decidir sobre temas de organización interna de la cartuja. Presenta lo que debió ser un pequeño altar al fondo y un coro encima de la entrada, en los arcos del cual aun puede apreciarse un poco de la decoración de la sala, con motivos florales.


Una de las mayores salas de Escaladei es el refectorio, cubierta por una bóveda de cañón y que en su momento constaba de dos niveles. Estaba iluminada por cinco ventanales que aun se pueden apreciar y en ella se reunían monjes y hermanos, ambos en zonas diferentes e incluso accediendo por separado. Su uso estaba destinado a reunirse para comer los domingos y festivos mientras uno de los monjes, encaramado en un hueco practicado en una de las paredes laterales, evocaba cantos litúrgicos.


De vuelta al exterior vamos a parar al más pequeño de los claustros visitados hasta entonces, al ser interior y servir como distribuidor de dependencias del prior y su ayudante, acceso a la biblioteca, etc... Ostenta una fuente central, la cual fue desmontada y reconstruida piedra a piedra.


Y ya casi saliendo del recinto pasamos por el patio, alrededor del cual se distribuían en su día estancias como oficinas, la farmacia y las escaleras que daban acceso a la planta superior.


Pasear por las ruinas de la Cartuja de Escaladei con calma, imaginando lo que ya por desgracia no podemos contemplar, nos llevará a suponer el motivo de que unos monjes de Provenza decidieran establecerse aquí hasta 1835, dando un gran empuje a la comarca, especialmente en el cultivo de la viña. Protegidos por la sierra de Montsant, estaban en un entorno privilegiado para lo que la orden exigía: austeridad, castidad y silencio.
Y no podemos escuchar otra música que no sean cantos gregorianos, aunque sean una adaptación moderna del grupo Enigma.

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